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Alta tensión en el independentismo

La Razón
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Los cuchillos están en alto en el seno de la Asamblea Nacional Catalana (ANC). Medio año después de su gran logro de convocar en Barcelona la manifestación independentista del 11 de septiembre que empujó a Artur Mas a adelantar las elecciones autonómicas, las aguas andan muy revueltas en la asociación soberanista. Tanto que su comité permanente ha tenido que enviar una circular interna llamando al orden a los socios y recordando que pueden poner en marcha las sanciones que reflejan sus estatutos, aunque por mucho que quieran que el follón se resuelva de puertas adentro, la disputa ha empezado a saltar a la luz pública. En juego está el control del movimiento que ha marcado la agenda soberanista.

El ex diputado de Solidaritat per la Independencia Alfons López Tena ha colgado en las redes sociales el comunicado que la ANC ha enviado a sus socios y que da muestras de la división interna de esta asociación cuyo rostro más visible siempre ha sido el de su presidenta, Carme Forcadell, a la que Artur Mas recibió encabezando una delegación el 14 de septiembre del año pasado para agradecer la organización de la marcha. El texto deja patente la división en el independentismo.

Insultos e injurias

«Hace falta que desaparezcan de las comunicaciones internas y externas de los miembros de la ANC los insultos e injurias a las personas», reza la circular. También ordena que las críticas se tienen que hacer «con corrección y respeto», y «siempre han de ser razonadas, no pueden ser anónimas, ni tienen que mover al gregarismo y el rencor».

El comité permanente recuerda a los socios que pueden ser sancionados de acuerdo con los estatutos vigentes y asegura que si los insultos y reproches salen a la luz pública «perjudican el buen funcionamiento de nuestra asociación». El comunicado es la última de una serie de acciones que se han llevado a cabo en los últimos meses ante el mal ambiente que hay entre las facciones que quieren tomar el control. Las tensiones obligaron a la Asamblea Nacional Catalana a aplazar las elecciones al secretariado que debían celebrarse el pasado 11 de mayo.

El inicio de todo este embrollo se remonta al origen mismo de la ANC. El 10 de marzo del año pasado, el Palau Sant Jordi de Barcelona acogía la presentación en sociedad de esta asociación cuya razón de ser es presionar a los partidos políticos para avanzar en el camino hacia la independencia. Unas 7.000 personas acudieron al siempre imponente Palau Sant Jordi, donde se dejaron ver algunos políticos, como el presidente de ERC, Oriol Junqueras, y el entonces diputado López Tena. Pero meses después empezaron las rencillas entre los bandos, y no tardaron en llegar los expedientes internos y las sanciones por un acto que costó más de 123.000 euros y por el que la ACN ingresó apenas 47.000. El sector crítico se puso en pie de guerra.

Formaciones políticas, promotores de conciertos y demás colectivos que alquilan el Sant Jordi se lo piensan mucho antes porque saben que los más de 30.000 euros que cuesta tenerlo se pueden volver una pesadilla porque también hay que sonorizar el espacio (8.000 euros en este caso), contratar infraestructruras ((19.000 euros) y equipos técnicos (14.000 euros). Por eso, lo reservan para ocasiones muy especiales, como hace CiU con el mitin final de su campaña electoral tradicionalmente, por ejemplo.

La puesta en marcha del calendario electoral para el secretariado permanente no hizo más que aumentar la tensión y, finalmente, la junta electoral decidió aplazar la convocatoria al 8 de junio, según su calendario.

Los promotores de la asociación reconocen la «existencia de diferentes sensibilidades». Distintas voces temen que la lucha entre bandos por tomar el control de la entidad acabe por engullirla. ¿Será suficiente con una llamada al orden?