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Quien no se tome el amor en serio está loco

El psicólogo y escritor Frank Tallis presenta en «El romántico incurable» cómo toda relación es siempre una historia mal contada

El romanticismo tiene muchas facetas, como la idea de que amor solo hay uno y si se pierde, se ha perdido todo
El romanticismo tiene muchas facetas, como la idea de que amor solo hay uno y si se pierde, se ha perdido todolarazon

El psicólogo y escritor Frank Tallis presenta en «El romántico incurable» cómo toda relación es siempre una historia mal contada.

Antes de que los psiquiatras medicasen a sus pacientes por depresión, angustia, paranoia, trastornos obsesivos, etc, los doctores de principios del XIX tenían un bonito nombre para describir y reunir todas estas patologías clínicas, «males de amor». Hablaban de humores y cómo el amor hacía estragos en ellos, desequilibrando el eje de la cordialidad y enloqueciendo a sus pacientes. ¿Tanto daño hizo el romanticismo? No, no, no. Quien crea que eran unos necios primitivos e ignorantes puede que tengan razón, están muertos y al menos yo no los conozco, pero en este aspecto no estaban tan equivocados. Porque el amor, aunque ahora, época cínica por excelencia, no se tome en serio, sí que es origen y final de la mayoría de trastornos psicológicos. Porque el amor, según la ciencia contemporánea, puede ser un mal, y no solo un mal, sino el mal absoluto, cuya depravación puede llevar a delirios, celos, angustia y depresiones incurables.

El célebre escritor de novela negra y psicólogo clínico Frank Tallis indaga en la descomprensión que provoca el amor en el libro «El romántico incurable», una recolección de los casos más extremos que han pasado por su consulta. Desde hace más de 30 años, Tallis se ha tropezado con todo tipo de casos y, a veces, hasta a él se le han quedado los ojos como platos sintiendo esa desazón que uno sufre cuando no sabe cómo reaccionar. «Vivimos una cultura que ha dejado de tomar en serio al amor. Se habla de la necesidad de educación sexual en la escuela, pero no se habla de educación amorosa, lo que es un error porque un amor mal resuelto conlleva muchos problemas. Cuando todo el mundo es sensible por el número de mujeres asesinadas cada año por sus parejas, la mayoría fueron asesinadas por la expulsión de los celos y una idea del amor mal resuelta, así que nadie debería tomar a la ligera el amor», asegura Tallis.

Los casos que Tallis nos presenta, a la manera de «El hombre que confundió a su mujer con un sombrero», de Oliver Sacks, son casos extremos, pero en el que todo el mundo puede verse en cierta medida identificados. Sólo hay que mirar el primer caso, el de una mujer casada que un día va al dentista y se enamora de él. Se enamora de tal manera que cada gesto que ve en el pobre hombre lo interpreta como una confirmación de sus sentimientos. Así que da por hecho que el dentista también siente lo mismo por ella y empieza a seguirle, a acosarle, a dejarle mensajes. El dentista no sabe lo que hacer para quitarse a esa mujer de encima. El hombre está casado y haga lo que haga o diga lo que diga, la mujer lo interpreta como una confirmación de que están viviendo la historia de amor más profunda y espiritual de la historia. El pobre dentista tendrá que aceptar una oferta de trabajo en Dubai para que la deje en paz. Y sin embargo, ella continuará convencida de que el pobre dentista está loco por sus huesos.

Porque todos los casos que presenta Tallis demuestran que el amor es como un eje roto que te desvía de la realidad y te lleva a un lugar más cálido, más significativo, más real en cierto sentido. El amor siempre es una locura y la realidad siempre es una mierda, así que ¡todos locos, por favor! Sin embargo, hay muchos peligros a la hora de dejarse arrastrar fuera de la realidad. La realidad es una cárcel, es cierto, pero la libertad, ¿qué es? «En realidad, la idea de amor romántico es un error, un accidente cultural que ha complicado nuestra psique a niveles extremos», asegura Tallis.

El accidente cultural al que se refiere Tallis es que el amor romántico nació de la poética musulmana, en la que se glosaba la figura de la muje y el amor que despertaba de manera tan hermosa como perturbadora. Sin embargo, estos poemas eran simbólicos. Los poetas no hablaban de una mujer real, sino que querían referirse al ansia religiosa y espiritual que sentían y su deseo de sublimar su ser a partir de la belleza que sentían en Dios y el más allá. Sin embargo, al traducir estos poemas a occidente, los trobadores lo convirtieron en la canción de la mujer bella como todo aquello que es lo que el hombre a de aspirar. «De aquí surgieron ideas como la de media naranja, que hace que muchos crean que sólo hay un amor verdadero, o una única persona a la que están destinados, lo que convierte toda ruptura en un trauma imposible de superar, en la idea de un final de la vida que en sí mismo es tan ridículo y absurdo que por eso muchos especialistas descalifican. Pero el amor sigue siendo lo más importante», reafirma Tallis.

Amor o amor, por favor

Tallis asegura que una de las formas en que se descubre a alguien trastornado es su incapacidad de explicar bien lo que le está sucediendo. Nadie que pueda ofrecer un relato ordenado y comprensible de su situación puede ser considerado lo que antiguamente se llamaba «un loco». Porque quien no sabe explicarle la historia de su vida a un extraño es que seguramente no sabe explicársela a sí mismo y entonces puede que responda a los diferentes estímulos de forma errónea o alucinada. Por eso el psicoanálisis sirve como terapia en estos casos extremos de amor. «Un psicólogo es como un editor que ayuda al paciente a contarse mejor la historia que quiere contar, su propia historia. Cuanto mejor esté explicada, mejor se entenderá a sí mismo, y así podría volver a una realidad aceptada», asegura Tallis.

Otra vez volvemos a la confrontación entre realidad y libertad. Porque si la realidad es una cárcel, es porque es un relato contado por todo el mundo excepto nosotros. De esta forma nos sentimos incómodos y atrapados. El amor, entonces, es la última arma narrativa para ayudarnos a salir de esa realidad. Sin embargo, el peligro está en que no sepamos fundar el relato que nos permitira ser libres, o sea esa historia de amor más grande que la realidad misma, y nos perdamos en el ridículo y la absurdidad. Porque sólo se es libre si quien explica la historia es uno mismo y los demás lo entienden. Sino, viene el desequilibrio y una cárcel más peligrosa, la que no tiene barrotes, no tiene límites, es el laberinto borgiano en el desierto.

Porque el amor, en definitiva, nunca ha sido un objeto, algo que aspirar o dirigir, sino un verbo, una creación que cada uno necesita hacerse suya, a su manera, sin los estigmas o los castigos ajenos. «El amor es uno de los principales motivos de suicidio entre los más jóvenes y el 10 por ciento de los asesinatos son causados por los celos. Tenemos que educar la forma en que explicamos el amor, o sea la forma en que lo hacemos entendible para los demás», asegura Tallis.

Señoras y señores, el siglo XXI será el siglo de los poetas, en que cada uno presentará al mundo a su Beatriz y todos podremos ser, sin signos de patología alguna, unos románticos incurables.