Valencia
Borjazcutia, en el nombre del arroz
Borjazcutia vive una auténtica primavera profesional. Seguro de sí mismo, ha convertido su establecimiento en un lugar de referencia para todos aquellos que quieren conocer lo secretos del arroz. La confianza de este cocinero proviene de tener todas las respuestas antes de enfrentarse a la elaboración de los diferentes arroces que componen su carta. Hagan hueco señores.
Los aficionados al arroz están de enhorabuena desde hace diez años, la cocina de Borja crece exponencialmente cada temporada. Sabores intensos inspirados en la naturaleza del producto.
Flora y fauna se fusionan con el arroz en un juego de tendencias que saca a la luz el lado indomable de sus sabores. Tan importante como los excelentes ingredientes y las fórmulas que maneja Borja en su cocina es lo que no tienen sus arroces... colorantes, aromas irreales y por supuesto conservantes artificiales.
Es difícil poner una etiqueta a la cocina de Borja. Es demasiado real. En la cocina de este restaurante hay algo de tribal, de «vintage». Ser normal está de moda. Afortunadamente. Por sus arroces lo conoceréis... pero hay más cosas... pescados, carnes.
Borja es un cocinero de metas a largo plazo. Evoluciona en todos los sentidos. Y para muestra el capítulo de los postres solapados tras un gran arroz... una pena que a veces el cliente diga: «Uff sólo café».
Sentido y sensibilidad
Podría dedicarse a la repostería de manera principal. Y también triunfaría. Bodega inteligente, sencilla, sin pre-tensiones artificiosas, con referencias justas, apuesta por añadas locales, miradas al Ebro y al Duero para finalizar con alguna sorpresa atrevida de temporada.
Todos hemos hablado de la dificultad de saber dónde se come el mejor arroz en Valencia. No es una fórmula matemática. Ni cuestión de «olfato» literalmente.
La visita a Borjazcutia puede servir para crear más dudas. Si quieren conocer una auténtica paella valenciana no se lo pierdan.
"The Rice men"
La comida alrededor de una paella es una fuente de afecto incondicional y tiene efectos beneficiosos, tanto para la salud emocional de los comensales como para el hambriento paladar. Tras el primer bocado, el comensal pasa a ser sujeto activo y comienza preguntarse dónde he comido una paella tan... buena... la memoria selectiva comienza a fallar. Sus paellas pueden llegar a convertirse en un auténtico bálsamo contra los sinsabores de
la semana. No hace falta presionar al médico para que nos recete una visita a este restaurante, debemos degustar sus arroces sin prescripción médica.
Perder estos hábitos puede poner en riesgo nuestro gusto por la buena comida. No podemos prescindir de estos tratamientos. Vivir sin paella no es vida.
✕
Accede a tu cuenta para comentar