Arquitectura
Los «novios» de la dársena
Mejorar la accesibilidad y la vegetación; eliminar elementos inútiles, como bolardos o zonas de control para el acceso; derrumbar los 330 metros de valla que separa la marina real Juan Carlos I y la playa de Les Arenes; y desmontar las bases de los equipos que participaron en la Copa América de vela son las actuaciones inmediatas que pretenden recuperar para la ciudad una zona que hasta el pasado 26 de abril permanecía en el limbo administrativo. Ayer la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, presenció el simbólico inicio de las obras -con un presupuesto de 36.000 euros- para conectar el paseo marítimo y el recinto de la dársena más próximo al Veles e Vents.
El icónico edificio de David Chipperfield es, junto al Tinglado número 2 y las antiguas sedes de los regatistas, el protagonista del plan de usos que redacta el Consorcio Valencia 2007. De hecho, la emblemática construcción es desde hace tres años, uno de los lugares preferidos para celebrar eventos, en especial bodas. En este sentido, el director del Consorcio, Pablo Landecho, aseguraba ayer que «solo la tercera planta genera un volumen de negocio de 240.000 euros». Sin embargo, rentabilizar el Veles e Vents está resultando muy difícil, admitía ayer Barberá. «Tiene muchos novios», declaraba respecto a las ofertas que recibe el Consistorio para hacerse cargo del edificio, «pero es mucho dinero», añadía a continuación.
En cuanto a la recuperación del Tinglado más cercano al edificio del reloj, anunció que en breve se licitará la primera fase, centrada en la parte estructural, con un presupuesto de 400.000 euros. Cuando ésta haya finalizado, será el futuro concesionario el que sufrague las obras atendiendo a la función que se le dé en el plan de usos, aunque la edil apostó por realizar una recuperación y un cerramiento similar al que se hizo en el Mercado de Colón.
El plan de usos prevé también la creación de un varadero en la zona industrial y un club de playa en la Marina Norte, de unos 2.500 metros cuadrados cerca de la entrada a la playa de la Malvarrosa y la de un clúster tecnológico, que se ubicará en la zona norte de las bases deportivas (la del Alinghi, el Luna Rossa y el BMW Oracle), construcciones en forma de cubo que costaron 20 millones de euros.
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