Conciliación
Ayuda social para llevar
Aranjuez sirve comida en «tupper» a las familias necesitadas. Más de 80 hogares beneficiados
MADRID- Las Hijas de la Caridad de San Vicente Paúl y el Ayuntamiento de Aranjuez han salido al «rescate» de más de 80 familias ribereñas. Desde el pasado 26 de junio, la orden religiosa afincada en el municipio ofrece un menú de comida servido en «tupper» para todas aquellas familias que, derivadas desde Asuntos Sociales, atraviesan por un momento de dificultades económicas. La idea de entregar el almuerzo en recipientes cerrados pretende evitar el riesgo de «estigmatización social» que podrían sufrir los niños y sus padres por tener que acudir a un comedor social.
Desde el consistorio ya se había detectado hace más de un año que las ayudas que se daban a través de los convenios no eran suficientes. María Esperanza Saavedera, concejala de Servicios Sociales de Aranjuez, cuenta que cuando se percataron de que había menores que iban al colegio sin desayunar y cuyas familias lo estaba pasando «realmente mal por tener ingresos cero», les pareció oportuno empezar un sistema que paliase sus necesidades.
Antes de esta idea, el municipio ya había puesto en marcha un programa de alimentos no perecederos en colaboración con las Hermanas de la Caridad. «Se les daba una vez al mes arroz, lentejas, judías, leche, azúcar... pero vimos que eso no era suficiente y que el comedor social podría ser un recurso complementario para asegurarnos de que le gente comía», dice María Esperanza.
«Así empezamos a trabajar en esta idea que, créeme, no ha sido fácil. Todo esto se ha llevado a cabo sin un duro del Ayuntamiento ni los ribereños, porque las arcas municipales no están bien», comenta la concejala. Debido a la crisis económica y con tantas familias en necesidad de ayuda, desde Asuntos Sociales se pusieron en contacto con diferentes entidades que pudiesen dar el primer impulso para sacar adelante el comedor. De esta manera, el 16 de abril, la alcaldesa de Aranjuez, María José Martínez de la Fuente, y el director de zona de Ibercaja, Gonzalo Serrano Vicente, firmaron un convenio por el cual la entidad financiera aportaba 15.000 euros al proyecto.
Colaboración con el INEM
«A través de su Obra Social, nos hicieron esta donación, que fue suficiente para emplear a los cocineros. Porque si algo teníamos claro desde el principio es que éstos tenían que ser profesionales». Así, gracias al «empujón» de Ibercaja, se les pudo contratar. «Los empleamos a través de un programa de colaboración social con el INEM. Son parados a quienes completamos la prestación», explica la concejala.
La idea de entregar la comida en «tupper» está pensada para ahorrar en recursos, puesto que no hace falta un comedor y, lo más importante, «así evitamos la estigmatización de la gente que acude», añade la concejala. Y es que, a través de esta fórmula, no se ve a los usuarios recoger la comida. Tienen distintas horas para acudir y ni siquiera las familias se conocen entre ellas. «Hemos querido enfatizar y primar sobre todo el preservar la intimidad de las personas», recalca la responsable de Asuntos Sociales.
Lo que empezó como un sistema complementario al programa de alimentos no perecederos se ha convertido en un proyecto que en la actualidad ayuda a más de 80 familias y con el que se espera que a finales de verano se pueda alimentar a 150 hogares. Todo ello gracias a la «colaboración de muchísima gente». Sor Virginia, una de las Hermanas de la Caridad, se muestra orgullosa con la respuesta de los ciudadanos pues considera que «es un poco un milagro poder conseguir todo esto de la forma más altruista y que la gente esté contenta».
Empujón solidario
Gracias a que la Casa de San José, donde viven las religiosas, cuenta con unas cocinas industriales, se pudo dedicar el dinero donado a la contratación del cocinero, Lázaro, y una ayudante, Charo. Lázaro, un cubano residente en nuestro país, llevaba tres meses en paro. Esta oportunidad de empleo supuso para él y su familia respirar con mayor tranquilidad. Además, Lázaro destaca «el plus» que implica trabajar ayudando a los demás. «No hay nada negativo en esto. Tengo trabajo, ayudo a mi familia y le aseguro un plato caliente a otras todos los días», asegura orgulloso.
Con los cocineros empleados, el consistorio acudió al Banco de Alimentos, ONG y a las grandes empresas del municipio para contarles el proyecto. «La verdad es que la gente estaba muy sensibilizada con el tema y hemos recibido una muy buena respuesta», aclara la concejala.
Debido al generoso apoyo por parte de quienes promocionan los alimentos (Hipermercado, E.Leclerc, empresa cárnica MRM, Supermercado Ahorramás y el Banco de Alimentos Fata Donaciones Benéficas), el comedor social, bautizado como «Menú social para llevar», comenzó su andadura el miércoles 26 de junio facilitando comida elaborada para 14 familias derivadas desde Servicios Sociales del Ayuntamiento. La concejala explica la importancia de este detalle, pues a todas las familias «las ve un trabajador social y acredita su necesidad y situación real».
Este sistema permite a las hermanas tener una lista de quienes realmente precisan la ayuda. Así lo explica sor Virginia, religiosa y trabajadora social, que junto con la hermana Manuela, coordina el reparto de la comida elaborada. «El hecho de que las familias sean enviadas desde Asuntos Sociales nos ha evitado muchos problemas», confiesa sor Virginia. «Tenemos la convicción de que son familias que lo necesitan, porque lo justo es dar a quien más precisa la ayuda. Esto nos permite a nosotros hacerlo de la mejor manera posible», aclara la hermana.
Éste es el sueño por el que trabajan desde el Ayuntamiento de Aranjuez y la orden religiosa de las Hijas de la Caridad, para que algún día su ayuda no sea necesaria. Sueño que comparten el resto de ciudadanos de la comunidad que, como dice sor Virginia, son personas «sumamente generosas».
La unión hace la fuerza
El comedor «Menú social para llevar» ha sido posible gracias al apoyo de muchas personas. De la misma opinión que sor Virginia, María Esperanza agradece la solidaridad del municipio de Aranjuez y de todos aquellos que se han involucrado en el proyecto. «La verdad es que estamos muy contentos con la fórmula adoptada. Esto era una experiencia para nosotros y aunque nuestro deseo es que a final de verano podamos ayudar a 150 familias, lo mejor que nos podría pasar es que este proyecto acabe cuanto antes. Porque si acaba será buena señal de que la gente ya no tiene esta necesidad».
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