Historia

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María del Carmen Martín Rubio disertó sobre los mitos y leyendas de los Mayas, Aztecas e Incas, en la capital de España

Carmen Martín Rubio
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La Biblioteca Pública Elena Fortún de El Retiro fue testigo de un encuentro cultural para escuchar la conferencia «Mayas, Aztecas e Incas, las tres grandes culturas precolombinas de América» impartida por la renombrada historiadora española María del Carmen Martín Rubio, profesora honoraria de las Universidades Nacionales de San Antonio Abad del Cusco, así como de la Universidad Mayor de San Marcos de Lima y Académica Correspondiente de la Real Academia Hispanoamericana, evento al que acudieron muchas mujeres que deseaban conocer, de primera mano, el origen de las tres civilizaciones más importante del continente americano.

La historiadora María del Carmen Martin Rubio, haciendo gala de sus amplios conocimientos sobre la historia precolombina, descubrimiento y encuentro del Nuevo Mundo, inició su disertación acompañándose de una valiosa colección de diapositivas sobre los tres temas a tratar.

Empezó explicando los orígenes de la cultura Maya, la cual se extendió hasta el actual El Salvador, Belice, Guatemala, y norte de Honduras. Asimismo recordó que poseían una adelantada escritura jeroglífica, que sabían leer y escribir, que practicaban una agricultura intensiva y variada, que su alimentación se basaba en el maíz, frijol, calabaza, chile, y que también fueron unos grandes comerciantes. Explicó que tuvieron dos fases: el Imperio antiguo y el Nuevo; que en el Antiguo se fundaron grandes ciudades-estado como Tikal y Palenque y que en el Nuevo, establecidos en la península de Yucatán, crearon otras tan importantes como Chichen Itza, Izamal y Mayapán.

Igualmente dijo que fueron grandes expertos constructores de pirámides truncadas, en cuyos vértices situaban templos donde habitaban los gobernantes quienes, tras ofrecer rituales de heridas a los dioses, regulaban sus formas de vida, y que también vivían en ellos los sacerdotes, o sabios, que estudiaban la astronomía conforme a los movimientos de la luna, las estrellas y Venus, estudios que aplicaban para establecer el control de las cosechas mediante un calendario agrícola.

La experta historiadora Martín Rubio, continúo su intervención explicando al numeroso público que llenó el Salón de Actos de la mencionada Biblioteca, que los Aztecas fueron grandes guerreros que se apoderaron de la cultura maya y fundaron en el lago Texcoco Tenochtitlan, la actual ciudad de México, y que sesenta canoas surcaban el lago durante el día; también contó que adquirieron un poder extraordinario mediante un potente comercio y por la agricultura basada en el cultivo de maíz, calabaza, y frijol, entre otros cereales y que en el campo astrológico llegaron a conocer dos calendarios: uno de 260 días que utilizaban los sabios para adivinar el porvenir y otro solar de 365 días para las actividades agrícolas; así alcanzaron un gran poder que les sirvió para luchar con otros pueblos y hacer prisioneros que esclavizaban, engordaban, vendían en mercados y mataban, después de sacarles el corazón y ofrecérselo al dios de la guerra, para alimentarse con su carne, ya que al no haber animales grandes, esa era la única forma que tenían de obtener proteínas. Siguió diciendo que Hernán Cortés encontró este panorama cultural y social cuando llegó al territorio azteca y conoció a Montezuma y que, como es sabido, de inmediato suprimió estos mercados e hizo llevar de España vacas, ovejas y cerdos.

En cuanto a la cultura Inca, la historiadora explicó que se desarrolló en el Cono Sur americano y que con el noveno monarca Pachacuti y su hijo Tupac Inca Yupaanqui llegó a ocupar una extensión territorial únicamente superada por China; que sus principales centros urbanos fueron Qosqo, Cuzco, situado a 3600 metros de altitud, y Machu Pichu a 2700 metros de altitud y que todas las ciudades estaban tuteladas por montes sagrados, llamados Apus, a los que los gobernantes ofrecían niños de familias importantes, bajo el rito de la Capacocha, con el fin de fertilizar los campos puesto que la agricultura también fue su principal medio de vida. Además explicó que los Incas creían ser hijos del Sol, al que llamaban el dios Inti, que trabajaron la piedra con gran perfección, según se aprecia en las calles de Cuzco y en la fortaleza de Sacxayhuaman, y que al ser muy árido el territorio andino en el que forjaron su hábitat, transformaron artificialmente los cerros en terrazas de cultivo, a los cuales regaban con largos canales que los jalonaban; también dijo que los Incas daban valor ritual al oro y la plata y que sólo los empleaban en sus ceremonias religiosas.

El público antes de abandonar el local estaba con su mente llena de evocaciones y misterios casi insondables de una época precolombina que apenas tiene eco e interés en nuestra sociedad, pero que gracias a investigadoras acreditadas como la conferenciante María del Carmen Martín Rubio, se va consiguiendo poco a poco que esa parte tan relevante de la historia vaya encontrándose un hueco en el interés de los españoles del nuevo milenio.

Ahora es preciso dar un paso más, un escalón más alto, que se llama divulgación y mayores investigaciones, y todo un esfuerzo intelectual que permita ganar espacios al conocimiento, como por ejemplo que tanto la literatura como el cine y los documentales televisivos se interesen más y mejor por cubrir esos periodos tan apasionantes, al igual que hace por ejemplo con las dinastías antiguas de la China, o de las distintas épocas de la antigüedad de los faraones egipcios.

Fueron éstos sólo algunos de los anónimos comentarios que jalonaron unos instantes de verdadera intensidad tras acabar la intervención de nuestra erudita y dignísima conferenciante.

España se fusionó con la América precolombina, y esa fusión debe de cristalizar en un interés mutuo en conocer cómo éramos antes de este momento de resplandor en la Historia como fue nuestro Encuentro.

En una época de apatía como la actual, el magisterio de la historiadora María del Carmen Martín Rubio ha desbrozado en lo más desconocido una senda de luz para los más jóvenes, y sobre todo ha despertado esa ilusión en conocer aquello que fue, con sus luces y sus sombras, sin prejuzgar, con objetividad y con verdad.

España, en el segundo centenario de la emancipación hispanoamericana que afrontamos, debe mirar con renovados ojos de grandeza a no sólo lo que han sido estos dos siglos de separación con América, sino también a los más de tres que caminamos juntos y además a lo que hubo allí durante miles de años antes de que llegáramos, en que otra Humanidad se abría camino a lo largo de la Historia y forjó civilizaciones impresionantes.

Su disertación causó la admiración del público asistente que escuchó con gran atención las explicaciones y finalmente se ocasionó un turno de preguntas que suscitaron mucho interés.