Descentralización

El precedente que augura el fracaso del plan de Sánchez para vaciar Madrid: lo tumbó la Justicia y costó 62 millones

El Gobierno trasladó la Comisión Nacional del Mercado de las Telecomunicaciones de Madrid a Barcelona y más de la mitad de la plantilla no se fue

Sede de la Comisión Nacional del Mercado de Telecomunicaciones en Barcelona
Sede de la Comisión Nacional del Mercado de Telecomunicaciones en BarcelonaImagenLa Razón

No es la primera vez que un Gobierno se plantea una descentralización de la Administración General del Estado, tal y como la que pretende ahora el Ejecutivo de Pedro Sánchez. En el año 2004, el Ejecutivo central aprobó el real decreto 2397/2004 por el que se trasladaba a Barcelona la sede de la Comisión Nacional del Mercado de las Telecomunicaciones de Madrid después de que unos meses antes los entonces presidentes del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el de la Generalitat, Pasqual Maragall, llegaran a un acuerdo.

Dos años más tarde, el Tribunal Supremoanulaba el traslado al estimar los recursos presentados por la Comunidad de Madrid y un grupo de funcionarios. Su argumento fue que eran insuficientes algunos de los informes emitidos en el procedimiento de elaboración del Real Decreto que regulaba el cambio de sede.

La explicación que entonces dio el Ejecutivo para dar el paso es que el cambio respondía «a la lógica y a principios inherentes a la naturaleza del Estado de las Autonomías». El acuerdo del Consejo de Ministros daba un margen de un año a la CNMT para materializar el cambio de localización.

Las causas: “Motivaciones políticas de conveniencia”

La Comunidad de Madrid, entonces gobernada por Esperanza Aguirre, recurrió el traslado con un argumento similar al que ahora plantea Díaz Ayuso: «Está basada en simples motivaciones políticas de oportunidad o conveniencia», decía. El cambio de sede se ejecutó, pese a que Madrid pidió medidas cautelares hasta que se resolviese el recurso. Otro de los argumentos que esgrimió entonces es que no existían causas jurídicas, técnicas, económicas o de cualquier otra índole que aconsejaran la medida. Además, la Comunidad entendía que el lugar idóneo para establecer la sede era la capital española «donde están el 90% de las empresas de telecomunicaciones y la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones».

Un grupo de trabajadores de la CMT interpuso otro recurso para evitar el traslado. Se amparaban en la idea de que era «ilegal y nulo» porque vulneraba la Ley General de Telecomunicaciones que recogía que era el consejo regulador el que tenía que decidir la ubicación de su sede, con lo que la decisión del Gobierno invadía competencias. El traslado provocó la dimisión de Carlos Bustelo, entonces presidente del organismo, que se negó a ir a Barcelona y luego Esperanza Aguirre le ofreció la presidencia del Tribunal de Defensa de la Competencia de Madrid. Bustelo llegó a comparar el traslado como «una deportación».

Menos de la mitad de la plantilla aceptó el traslado

El organismo empleó a 130 personas en Barcelona, pero menos de la mitad de la plantilla aceptó trasladarse a trabajar a la Ciudad Condal. Allí se levantó una imponente sede, obra de los arquitectos Enric Batlle y Joan Roig, para acoger al organismo que supuso una inversión de 62,5 millones de euros. El edificio tenía una superficie de 12.200 metros cuadrados con dos espacios diferenciados. El edificio principal tenía diez plantas. Además contaba con tres subterráneos solo para aparcamientos.

Había un segundo espacio situado en la fábrica textil Can Tiana, que estaba anexa al edificio principal. En ella se instaló un auditorio con capacidad para albergar a más de 300 personas y una sala de reuniones. Se trataba de una construcción singular que pretendía conjugar modernidad y tradición, según se informó en su día. En 2010, en entonces presidente de la Generalitat, José Montilla, defendió el proceso de descentralización. «La Administración del Estado no se debilita, sino que se fortalece cuando un organismo estatal va a una Comunidad autónoma», sentenció.