Salvemos el Teatro
Ni vencedores ni vencidos
Autor: David Hare. Versión y dirección: José María Pou. Reparto. Nathalie Poza, José María Pou, Sergi Torrecilla. Teatro Español. Madrid.
En los choques dialécticos sobre el escenario, el perdedor a menudo es el espectador. Rara vez una obra política, con tesis y apuesta por uno de los contendientes, tiene en la suficiente consideración al enemigo. En «El encuentro de Descartes y Pascal joven», de Brisville, el racional filósofo le tenía la partida ganada al colérico hanseanista antes de que el telón se levantara. Sin embargo, cuando esa consideración existe, sobre el escenario brotan el debate y la vida. El dramaturgo británico David Hare convirtió en 1995 a Tom, el protagonista de «A cielo abierto» («Skylight») en un formidable oponente para Kyra, pese a que sus simpatías son obvias. Ella, joven, liberal, idealista y entregada a causas sociales perdidas. Él, empresario, entrado en años, materialista, convencional. Y aun así, Hare pone grandes frases e ideas contundentes en boca del adinerado ex amante que ha regresado sin avisar por una noche a intentar reavivar una llama extinguida hace tiempo entre ambos. Éste es uno de los secretos del éxito merecido de un texto que llega a Madrid de la mano de José María Pou, después de que el propio actor lo estrenara en Barcelona hace ya una década. Pou retoma aquel mismo montaje con una nueva compañera de escena, Nathalie Poza. Y en Tom se reencuentra con su mejor versión, un personaje sabroso y complejo que le ofrece un terreno sobre el que disfrutar, lucirse, acrecentarse y demostrar por qué es uno de los grandes actores españoles en activo. Con sabiduría, el Pou director ha elegido además a una compañera formidable, sin miedo a que le haga sombra, y sale ganando la función. Poza, actriz a la que no está de más reivindicar y ver fuera de su hábitat casi exclusivo –Animalario–, es la ternura y la desesperación en escena ante un hombre al que comprende demasiado bien, al que ama, y al que, pese a todo, sabe que ya le une poco. «A cielo abierto» es una obra inteligente y dinámica, una reflexión sobre el amor, la sociedad y la vida escrita con oficio –hay algunos diálogos de primera– y dirigida con buen hacer por Pou, un director con callo en este tipo de teatro comercial de «qualité». En el debe de este montaje, algunos defectos estructurales del texto: el personaje del hijo es tan prescindible al comienzo como incomprensible en su aparición final, casi un pegote en una obra que sería redonda sin él, y Sergi Torrecilla lo interpreta con entrega pero acelerado. También una puesta en escena sin riesgo alguno, supuestamente en la parte pobre de Londres, donde a más de uno no nos importaría vivir, recreado en una correctísima y a la vez aburridísima, escenografía corpórea. ¿Es que «comercial» ha de significar siempre «realista»?
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