Política

Imaginemos

Imaginemos en fin –¡la imaginación al poder!– la cara de Pedro Sánchez cuando vea que en Castilla y León no ha pasado nada de particular con la entrada de Vox en el Gobierno

Imaginemos, por imaginar no llevan a nadie preso, que en Castilla y León, un razonable tiempo después de la entrada de Vox en la Junta de Gobierno, pongamos que cuando lleguen las elecciones locales y regionales, no ha pasado nada de particular. Todo sigue más o menos lo mismo, sin que se note demasiado el cambio.

Imaginemos, imaginar no cuesta dinero, que, después de tantas alarmas de la izquierda, en Castilla y León hay una buena acogida a los inmigrantes, recibidos como agua de mayo en los pueblos despoblados sin mirar su procedencia, como venía ocurriendo hasta ahora.

Imaginemos, la imaginación es libre, que la nueva Junta del PP y Vox sigue condenando airada y doloridamente los crímenes machistas, persiguiendo a los culpables y organizando minutos de silencio a la puerta de las instituciones.

Imaginemos, quién nos lo impide, que con el nuevo Gobierno de Mañueco mejoran algo los servicios sanitarios en la Comunidad, que buena falta hace, empiezan a dar resultado las ayudas a la natalidad y aumentan los estímulos a la mujer campesina para seguir en el pueblo con mejores condiciones.

Imaginemos, aunque sea mucho imaginar, que se detiene la sangría de la despoblación, aprovechando la lluvia de dinero europeo y los compromisos oficiales ya adquiridos: viviendas para jóvenes, wifi, mejores comunicaciones por ferrocarril y autovía, reducciones fiscales, etcétera.

Imaginemos sobre todo –ya saben, la imaginación es la loca de la casa, decía Santa Teresa de Ávila– que el criticado pacto de Castilla y León conduce, como ha pasado con Ciudadanos y está pasando en el otro extremo con Podemos, al debilitamiento progresivo de Vox, el socio menor, que ofrecerá así, con la responsabilidad de gobierno, su cara moderada, su sometimiento al socio principal, y perderá de este modo su atractivo montaraz, la magia de la novedad, de ser distinto, de ir por libre, lo que llevará en poco tiempo a la reunificación de la derecha, siguiendo aquello de que el roce hace el cariño y el pez gordo se come al chico. Quiero decir que, una vez mejorado el clima, se suavizarán las diferencias y los votantes del antiguo PP volverán a la casa común con Núñez Feijóo al frente.

Imaginemos en fin –¡la imaginación al poder!– la cara de Pedro Sánchez cuando vea que en Castilla y León no ha pasado nada de particular con la entrada de Vox en el Gobierno y compruebe que su gran argumento para sostenerse en el poder –¡que viene la ultraderecha!– pierde sentido y suena en la calle como la lluvia en los cristales de la ventana o los cencerros de las ovejas.