Política

Ayuso se llevó los arañazos, Feijóo puede que la gloria

Hoy, pese al resultado histórico en Andalucía, el de Galicia o el ciclón Ayuso en Madrid, la mayoría absolutísima es una entelequia

Andalucía ha vuelto a dar alas al PP y ha sumido en la preocupación a Pedro Sánchez. Los primeros sondeos, en clave española, confirman un estancamiento de VOX en beneficio del PP que se alza con una clara victoria y con un resultado que nos retrotrae a registros cercanos al bipartidismo.

De hecho, el escenario que se dibuja es el de un tripartito gracias al ocaso de aquel ‘tocar los cielos’ de Unidas Podemos que no parece que Yolanda Díaz esté en condiciones de remontar.

Ya no está Ciudadanos que agoniza elección tras elección como si se tratara de un castigo dictado por la divina providencia. En su lugar ha emergido VOX con propuestas electorales tan singulares para unas elecciones andaluzas como suspender la autonomía de Cataluña. Pero si la izquierda a la izquierda del PSOE se ha roto en dos en Andalucía y se ha dado de bruces, VOX -pese al empuje de Moreno Bonilla- ha cosechado dos diputados más aunque a Abascal se le agrió la sonrisa ante las expectativas generadas. Esto es, pese al traspiés, VOX ha venido para consolidarse como tercera fuerza. Los últimos resultados así lo indican.

El drama del PSOE no es que ande mal -que también- es que la caída sostenida a su izquierda le deja sin opciones. Sánchez necesita que Díaz reflote a los anticapitalistas y que los periféricos se acerquen a los 40 diputados para optar a un nuevo mandato. Los periféricos aguantan bien pero las llamadas confluencias están alicaídas, sin fuelle. Podemos llegó a ganar las elecciones en Euskadi y Cataluña y venció en Madrid y Barcelona. Hoy, solo les queda Barcelona gracias al PSOE y a los votos de parte de la derecha (la peor, decían) local.

La fortaleza del PP en Madrid y Andalucía favorece la posibilidad de ganar con holgura las elecciones, aunque Feijóo cosechara un resultado mediocre en Euskadi y Cataluña donde hoy por hoy se mantiene como el farolillo rojo del Parlament.

La teoría decía que era imposible gobernar España sin un buen resultado en Cataluña, segunda comunidad que aporta más diputados al Congreso. Aznar logró 12 en 2000 y mayoría absoluta en el conjunto de España. Hoy, el PP cuenta con sólo dos diputados catalanes, ambos por la provincia de Barcelona. Con diez menos, Aznar hubiera necesitado de nuevo los votos de Pujol.

En 2011, Rajoy superó el techo de Aznar y logró 186 diputados, 11 en Cataluña. La mayoría absoluta está en 176. A Rajoy le hubiera dado ya para gobernar en solitario incluso con el actual resultado de Casado.

Hoy, pese al resultado histórico en Andalucía, el de Galicia o el ciclón Ayuso en Madrid, la mayoría absolutísima es una entelequia. La emergencia de VOX hace imposible ese escenario. Para ser justos, el revulsivo en las filas del PP fue Ayuso. Jamás Feijóo podrá agradecer en su justa medida que el liderazgo se lo debe a Ayuso. Lo mismo cabría recordar al conjunto del PP. En particular, a su dirección. Ahora cuentan con un líder sólido gracias a que Ayuso barrió a la dirección nacional. Teodoro García Egea salió en globo, sin despedirse. Más suave fue la despedida de Casado. Pero igual de vaporosa, se desvaneció sin más.

La paradoja es que Ayuso ha perdido notoriedad e influencia. E incluso se la contrapone a Moreno Bonilla y Feijóo por el estilo y por su actitud ante VOX. Los moderados, el centroderecha, frente a la derecha de corte aznarista.

Nada de eso -o casi nada- tuvo que ver con la caída en desgracia de Casado y su lugarteniente García Egea. El verdadero motivo fue una enconada lucha por el poder. El secretario general se lanzó a la yugular de Ayuso y esta no limitó su respuesta a una llave de judo. La lideresa respondió fiel a su estilo -ese, sí- consciente que la mejor defensa es un buen ataque. Fue como un relámpago. Los fulminó a ambos. Y es ahí, en tierra quemada, donde tomó el mando Feijóo luego que Ayuso le hubiera desbrozado el camino llevándose todos los arañazos.

Feijóo jamás necesitó a VOX porque en Galicia el arraigo del PP es tal que no deja espacio para nadie más. Ni C’s logró entrar en la Xunta. Feijóo, en Galicia, es como García Albiol en Badalona, se come a toda la derecha.

Los resultados son los que mandan y van a mandar. Ayuso tampoco quería a VOX en la Comunidad de Madrid. Ganó con suficiente holgura para dejarlos fuera del Gobierno. Y eso es justo lo mismo que determinará el papel futuro de VOX en el Gobierno español. Sus resultados. Si se asemejan a los de Castilla y León estarán en condiciones de exigir su presencia en el Gobierno. Si son los de Madrid lo más cerca que van a estar de un Ministerio va a ser el de Igualdad.