Opinión
El año de la incertidumbre
El 2023 arranca, sin duda, como el año de las incertidumbres. La sensación no es nueva, ya la habíamos vivido en 2021 con la pandemia en pleno auge e, incluso, en 2022 con la irrupción de la guerra de Ucrania para dar al traste con las expectativas de recuperación en Europa.
Pero, en este momento, los problemas y malas previsiones se van acumulando. El FMI vaticina que el año será peor que el 2022 porque las tres grandes economías, EEUU, la UE y China, se desacelerarán simultáneamente, y un tercio de la economía mundial entrará en recesión.
El nuevo estallido de Covid 19 en el gigante asiático ha vuelto a generar todo tipo de especulaciones sobre las consecuencias en Occidente y si es posible una nueva ola pandémica en nuestro entorno.
La guerra de Ucrania va a cumplir un año, en tanto que su final dependerá de la capacidad de Europa para seguir apoyando a los ucranianos y del nivel de deterioro del Kremlin. En definitiva, está por ver quién aguantará más y si China decide aparecer de una manera más activa en el conflicto.
En lo económico, la falta de materias primas y energía están obligando a buscar soluciones aceleradas, pero el temido león en esta jungla de problemas es la inflación. El BCE y la Reserva Federal están sometidos a examen, aprobarán si logran contener los precios sin generar un erial en el crecimiento económico.
La tarea no es sencilla. Un tipo de interés oficial por encima del 4% desencadenaría recesión y que la inflación recupere una senda del 2% parece un objetivo imposible en el corto plazo sin medidas de política monetaria duras.
Las cifras sobre la evolución del desempleo, la tasa de crecimiento del PIB y del IPC, se convertirán en los protagonistas del 2023. Una vez que esté controlada la inflación, la gran incógnita es como estaremos en términos de empleo y riqueza y si volveremos a una época de tipos de interés bajos, como han sido las dos pasadas décadas o serán, sencillamente, historia.
A medida que los retos son mayores, los dirigentes son más peligrosos, no hay más que mirar a Donald Trump y a los republicanos en EEUU, a Putin o a Xi Jinping y su vuelta al absolutismo.
En este mar de fluctuaciones y especulaciones, las aspiraciones independentistas catalanes o la batalla por el control del poder judicial entre PP y PSOE son pequeñas mezquindades extemporáneas.
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