Opinión

Cristianofobia

Es oportuno y de justicia recordar y poner de relieve los valores del Cristianismo presentes en las raíces religiosas, culturales e históricas de Europa –la previa Cristiandad–, que fue construida sobre el trípode de Jerusalén, Grecia y Roma. Esas raíces se nutrieron de la filosofía de los sabios griegos, de la sabiduría jurídica de los jurisconsultos romanos, y del cristianismo, que armonizó e iluminó a ambas con la fe revelada. Esas raíces cristianas de Europa por las que tanto luchó san Juan Pablo II para que se incorporaran en el proyecto de Constitución europea, no fueron aceptadas por el Consejo Europeo. Llamativamente, el preceptivo referéndum al que fue sometido fue rechazado precisamente en Francia y Holanda, y no llegó a ver la luz como tal Constitución. Antes, España y Polonia lideraron políticamente la iniciativa de esa referencia cristiana en el proyecto, pero el inesperado cambio gubernamental, tras el 11-M, malogró que España persistiera en el intento y así el texto sin esa referencia cristiana como criterio interpretativo del mismo fue sometido a referéndum en todos los estados de la Unión. Es una aparente gran paradoja de la Historia que las causantes del naufragio fueran las dos naciones más secularizadas del continente, la Francia republicana y laicista de la Revolución y Holanda, la patria del herético «catecismo holandés», en plena vorágine del inexistente «espíritu conciliar». Aunque oficialmente no es reconocido que el motivo fuera ese, lo cierto es que así sucedió.

Hoy vemos las consecuencias de esa «apostasía silenciosa que recorre Europa», como afirmara el santo Papa polaco, que ya en la actualidad se ha transformado en ruidosa, pública y publicada. El reciente atentado cometido por un joven islamista, inmigrante irregular en Algeciras, profanando dos iglesias, en una de ellas mientras se celebraba la santa misa y asesinando con saña mediante un alfanje de considerables dimensiones al sacristán al confundirlo con el párroco, ha puesto de actualidad nuevamente el «odium fidei» de esos terroristas que usan el nombre de Dios en vano aunque le denominen Alá. La venganza está condenada por la fe de nuestras raíces cristianas, y lo sucedido debería inducir a reflexionar sobre ella, que pide perdonar a los que nos persiguen y ser testigos del evangelio.

Ilustres historiadores hispanistas, desde Sánchez Albornoz a Menéndez Pidal, señalan que esas raíces cristianas conforman nuestra identidad histórica y nacional. Por ello resulta lamentable, ofensivo y revelador que ningún representante ni miembro del Gobierno de la nación estuviera presente en la iglesia en la misa funeral. Es el frentepopulista Gobierno actual en estado puro. El sanchismo cristianófobo.