Y volvieron cantando

Amnistía... y dos huevos duros

Habrá amnistía, no lo duden, pero aquí seguiremos enredados en el próximo «juicio del siglo» a un chulo de bar repartidor de «biquiños».

Ahora toca pasar con nota la prueba de la amnistía, pero antes hubo un rodaje. El elenco de despropósitos en forma de iniciativas del gobierno vía pactos con sus socios del «Frankenstein» acabaron resultando todo un grato descubrimiento para quienes, especialmente desde el PSOE, temblaban ante la posibilidad de que la demoscopia electoral castigase duramente sus bandazos, sus cambios interesados de criterio, su toma casi al asalto de las instituciones y lo que es peor, unos guiños al independentismo que han dejado al Estado en una situación manifiestamente renqueante. No ha habido tal castigo, no se ha producido ningún tsunami de contestación ciudadana, no se ha puesto a la coalición de gobierno y sus socios frente al espejo de sus contradicciones y, lo que es peor, no se ha mostrado un mínimo de memoria –más bien una aguda amnesia– frente a algo más que bofetadas al estado de derecho como la reforma del Código Penal para suprimir el delito de sedición o modificar el de malversación y la concesión de indultos a los condenados del «procés». Nada de ello hace que a la ciudadanía se le revuelvan los intestinos y el actual inquilino de la Moncloa, con todas las papeletas para continuar, lo sabe. Y ahora viene la amnistía, el referéndum o lo que haga falta con una estrategia tan vieja como el hilo negro, pero que da resultado. La lluvia fina que poco a poco viene calando a las opiniones publica y publicada es exactamente la misma que exitosamente se fue derramando a la hora de dar carta de normalidad a los indultos y reforma del Código Penal entre otros desatinos.

En una primera fase se lanza ante los medios a toda la batería de portavoces de partido y ministros bien aleccionados para vender el mantra del dialogo; a continuación, se crean expectativas sobre posibles constitucionalidades o dudas interpretativas sobre la legislación vigente movilizando a una legión de juristas afines siempre dispuestos a «darlo todo». El siguiente paso es el señalamiento –para variar– a la derecha «intransigente y agorera» siempre ávida de recoger pingües beneficios a costa del temor por la ruptura de España. Todo ello con el apoyo fiel en muchos medios de eso que acertadamente algunos llaman «equipo sincronizado de opinadores». Habrá amnistía, no lo duden, pero aquí seguiremos enredados en el próximo «juicio del siglo» a un chulo de bar repartidor de «biquiños».