El trípode

Cambios de voto históricos por «fuerza mayor»

Si transcurrieran sin investidura de ningún candidato, obligaría a una repetición electoral, especialidad que Sánchez ha inaugurado en nuestro régimen constitucional

Salvo imponderables e imprevistos, en un mes justo se votará la investidura de Núñez Feijóo, que requerirá en primera instancia de mayoría absoluta para salir victoriosa, y que activa el contador de dos meses que, si transcurrieran sin investidura de ningún candidato, obligaría a una repetición electoral, especialidad que Sánchez ha inaugurado en nuestro régimen constitucional, al haberla practicado en cuantas elecciones se ha presentado.

Si se cumple el refrán de que «no hay dos sin tres», el 27 de noviembre tocaría convocatoria automática de elecciones, y el 14 de enero la repetición electoral. Aludir a imprevistos no es una mera fórmula de cortesía, sino una realidad que tiene reflejo en nuestra legislación laboral y civil en la definición de «fuerza mayor», fruto de la jurisprudencia del Tribunal Supremo, entendida como «todo acontecimiento imprevisible e inevitable o que, siendo previsible, es de inevitables consecuencias». Esto es así porque un mes en política puede ser una eternidad por las circunstancias sobrevenidas que podrían hacer cambiar el sentido del voto de los representantes políticos o de sus mismos representados.

Basta recordar al respecto dos ejemplos que están en nuestra memoria colectiva. Uno fue el golpe de 23-F de 1981, interrumpiendo la segunda votación para la investidura de Calvo Sotelo, tras la dimisión de Adolfo Suárez como Presidente. Sin duda es discutible si lo sucedido en aquella ya histórica jornada encaja plenamente en el concepto de «fuerza mayor», que parecía solo de aplicación a fenómenos naturales. En todo caso, tras el golpe, el voto negativo de diversos grupos como el de la «Minoría catalana» de CiU –que había obligado a esa segunda sesión– se convirtió en voto favorable el día 24.

La otra «fuerza mayor» con directa influencia en un notable cambio de voto fue el atentado del 11-M. Ese trágico día era el jueves previo al domingo 14 de marzo, jornada de las elecciones generales de 2004. La onda expansiva política y social del brutal atentado provocó la suspensión de la campaña electoral en una sociedad polarizada y sometida a una gran tensión entre acusaciones cruzadas por parte del PP en el Gobierno y del PSOE en la oposición, sobre la autoría del atentado. El resultado fue un vuelco político respecto al previsto hasta ese día.

Ahora no contemplamos en absoluto un golpe de Estado, y confiamos que tampoco se produzca un atentado terrorista comparable a aquél, pero es una reflexión para no olvidar que los imponderables forman parte de la ecuación de la imprevisible realidad.