Enrique Miguel Rodríguez
Aquí estoy y no solito
Ni mucho menos. Con cerca de 46 millones de españoles más, 73 parlamentarios que representan a poco más de un millón de independentistas –por cierto, habría que ver cuántos representantes de CIU abominan de lo que están haciendo y votando– nos tienen como en una inmensa olla con el agua hirviendo, al tiempo que nos lanzan dardos envenedados, piedras, cocos y toda clase de objetos al grito de «Cataluña es nuestra» y «ya caerán las Baleares y el reino de Valencia». Mientras el agua cada vez está más caliente, los golpes cada vez más fuertes y dolorosos y los 46 millones cantando a una «y ya no puedo más», mientras la cara se nos va poniendo como al mismísimo Camilo en la actualidad, y con santísima paciencia esperando a que venga a rescatarnos la justicia, que es señora de paso corto y con múltiples paradas y encuentros.
Hay que dar un toque todos los días, pero quiero irme a lo bello. El nombre de Keith Christiansen, en principio salvo que sea una autoridad en el mundo del arte, no les dirá nada, pero es alguien tan importante que ocupa el cargo de conservador del Metropolitan Museum de Nueva York. Está en Sevilla para dar unas conferencias. En unas declaraciones asegura que el Museo de Bellas Artes de Sevilla es uno de los más hermosos del mundo y que recorrerlo es un verdadero placer. Asegura que los murillos y zurbaranes son increíbles. Siempre he pensado lo mismo, y no solamente por las grandes obras que pueden contemplarse, por lo bello y lo cómodo del antiguo convento. Ayer mismo, en mi paseo diario, entré, recorrí el gran salón de los murillos y con la bellísima mañana que lucía me senté en uno de los claustros. Fui consciente del gran privilegio que estaba disfrutando. El amable y cultísimo señor Christiansen también asegura que Martínez Montañés fue una revolución, incluso para Velázquez. Gozamos de la suerte de ver las obras del gran escultor por las calles o en muchas iglesias. Pasamos por sus puertas cientos de veces sin haber entrado jamás. Mientras tanto, algunos representantes públicos en nombre de la cultura y del pueblo pretenden borrar de un plumazo cualquier atisbo de arte religioso.
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