Iñaki Zaragüeta
Ataque a las campanas
¿Qué otra cosa se le puede ocurrir a un político de Valencia obsesionado por la lucha contra la Iglesia después de suprimir el Te Deum en el Día de la Comunitat, las misas en los funerales, imponer del pago del Ibi...?
Hay más. En la tierra de la pólvora, las mascletaes, los petardos, los castillos de fuegos artificiales, los pasacalles musicales, el alcalde Valencia, Joan Ribó, sus camaradas de Compromís y el PSOE han prohibido al párroco de la iglesia de San Agustín el toque de campanas –datan del siglo XVIII– por «CONTAMINACIÓN ACÚSTICA». ¡Prenez del frasque Carrasque», que dicen los franceses.
A la Corporación municipal valenciana –también a sus correligionarios de la Generalitat– les preocupa lo que huela a Iglesia. Les molesta que se imparta la Religión, no lo que se predique en las mezquitas aunque sean proclamas yihadistas. No condenan que un candidato de IU y seis bestias más apaleen a una joven por llevar una pulsera con la bandera de España. ¿Cómo reaccionarían si un candidato del PP junto a seis colegas la emprendieran con una mujer que llevara la republicana? Contra esa especie de odio, analizando la Historia, recuerdo que cuando había más leones que cristianos, aquéllos no pudieron con éstos. Acallar las campanas de San Nicolás es victoria casi pírrica. Así es la vida.
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