Selección Española
Banderillas negras
España juega, rojo pasión, arte; Italia se quita el balón de encima, le quema, no sabe qué hacer con él. Dáselo a Iniesta, o a Silva, o a Koke, jugador fresco y con galones. Plan de ataque sin disimulos, ideas claras; todos menos De Gea metidos en campo transalpino; toque y verticalidad; ambición festiva frente a paciencia benedictina. Y se lesiona Alba. Primer contratiempo español entre la placidez de un fútbol precioso y casi preciso, apabullante, pero sin gol. Ocho córners en el primer tiempo contra la portería de Buffon. Una idea del dominio, de la posesión (23%-77%), y tres amarillas (Busquets, Vitolo y Costa). Aunque Rusia está aún lejos se persigue la victoria en casa de Italia, 45 años después. Imposible.
Tras el descanso, idéntica puesta en escena. Si pudieran los españoles renunciar a meterse en la portería... Mantienen la presión alta mientras los italianos se encomiendan al milagro de la flauta y al corpachón de Pellé, ese delantero que utiliza el físico como herramienta de intimidación. Brych consiente; pero Buffon, ese porterazo que habría merecido un balón de oro, regala el 0-1 a Vitolo. Monumental error que espolea a sus compañeros. Crece Italia con las banderillas negras. Ramos, siempre Ramos, hace penalti y con el área invadida empata De Rossi. La Roja perdió la pelota y aplomo, pero no el partido. Mal menor con el puntito.