Restringido

Campaña surrealista

La Razón
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¿Qué ocurrirá? Soraya Sáenz de Santamaría advirtió el martes a Artur Mas de que si lo que busca el 27-S es una posición de fuerza después de un gran resultado, no le va a servir. ¿Cree el Gobierno que Mas va de farol? Cuesta creerlo. Pienso que la vicepresidenta ha tratado de demoler la peligrosa idea (sobre todo si se desea movilizar a quienes no quieren la «desconexión» con España) de que una victoria amplia del president le permitirá imponer una negociación bilateral con la Moncloa para obtener mejor financiación y más competencias. Por curioso que resulte, las encuestas detectan personas que, manifestándose contra la ruptura, están decididas a apoyar a Junts pel Sí, la lista que propugna la proclamación de la República de Cataluña. Parece que el nacionalismo ha amagado tanto con el espantajo de la separación, como mera arma para negociar, que esta vez, como en el cuento de Pedro y el lobo, la gente no se cree que sea la de verdad, lo que le permite «pescar» votos en las dos orillas.

Pero, casi todo tiene tan poco sentido en la política catalana de los últimos tiempos que a lo largo de la campaña, además de bailes y hablar en indio, también hemos visto, por ejemplo, cómo una cita que empezó siendo una convocatoria anticipada de elecciones autonómicas ha terminado transformada en un plebiscito. El referéndum que la ley prohibía a Mas ya lo tenemos servido, eso sí, «camuflado». El domingo por la noche vamos a estar pendientes de las papeletas que salen a favor y en contra de la independencia, en vez de contar votos de partidos. Lógico que Mariano Rajoy en petit comité confiese su pasmo con un expresivo: «Todo lo que ocurre allí –Cataluña– es tan surrealista».

¿Y qué decir de esa paradójica discusión de los últimos días sobre si los catalanes, después de la «desconexión», dejarían de ser españoles? Escribo «paradójica» pensando en los revirados posicionamientos en torno al tema. Pero, bien podría poner, prolongando la línea del presidente, «colmo del surrealismo». Porque es llamativo, claro, que hayan sido precisamente los –llamémosles para identificarlos– «unionistas» quienes más han insistido en que los catalanes perderían el pasaporte español si se separan, y los «independentistas» aquellos que con frenesí han defendido que todos tienen derecho a la nacionalidad española aun diciendo adéu a España. Por fortuna, hoy es jornada de reflexión.