Alfonso Ussía

De Soria al Ampurdán

La Razón
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José Manuel Soria ha dimitido y se ha marchado de la política. Se ha visto obligado a ello por una tontería. Mentir. Mintió fatal. Como Sara Montiel con el niño. Acudió al sanatorio de San Francisco de Asís a visitar a una amiga que acababa de dar a luz. La amiga le mostró el niño. –Qué maravilla, qué preciosidad-, comentó Sara. -Pues no, Sarita, nada de eso, por ahí no paso. Eres una mentirosa. El niño es horroroso-, aseveró la madre, que era madre pero no tonta. La ventaja de Sara respecto a Soria es que no tuvo que dimitir de nada. José Manuel Soria se metió voluntariamente en una ensaimada de falsedades como el peinado de Anasagasti. De ahí no sale nadie bien parado. Negó lo de Panamá, y al día siguiente salió lo de la isla de Jersey. No tenía otra salida. Por otra parte, renunciar a seguir desempeñando las funciones de un cargo en funciones no es para tanto.

Mario Conde en la cárcel. Y sus hijos y yerno imputados. Pero hay que reconocerle serenidad y acierto en un comentario. Cuando le informaron que habían llegado las Fuerzas del Orden Público a registrar su casa por orden del juez, huyó del pavor y aseveró: - Si es la Guardia Civil, no hay nada que hacer. Éstos siempre se presentan con los deberes hechos-.

Detenidos los máximos responsables de Ausbanc y Manos Limpias. Han sido acusados de extorsión y chantaje. Miguel Bernard, el de Manos Limpias, tiene aspecto de persona honorable y pacífica. Pineda, el de Ausbanc, presenta más peligro estético. Pero las apariencias pueden engañar. El abogado de la Infanta Cristina ha declarado que le ofrecieron, previo pago de tres millones de euros, retirar la acusación contra la Infanta. Y el presidente de Unicaja pagó una buena cantidad a cambio de desaparecer de la lista de sospechosos de los ERE. No se entiende cómo la abogada Virginia López Negrete, tan lista e incisiva, no intuyó rarezas en los comportamientos de sus clientes. El fiscal Horrach, que tenía razón desde el principio y al que le han caído todos los rayos de la demagogia sobre la cabeza, tiene que estar tronchado de risa.

En abril estalla la belleza del Ampurdán. La piel de la comarca catalana se cubre de flores y de verdes diferentes. Violetas, margaritas, zapaticos de Dios, y demás prodigios de la naturaleza. El Ampurdán reúne paisajes pasmosos y bellezas deslumbrantes. Y los fines de semana tiene la suerte de recibir a la familia Pujol, que es la propietaria de una modesta casa de campo en la que se juntan los padres y los hijos, como toda familia unida y compacta.

Durante el desayuno, el patriarca de la familia repasa la prensa y comenta con su esposa, doña Marta, las novedades del día. –Oye bien, ha dimitido el ministro de Industria-; y ella, mientras se hace con la rodaja de kiwi, deja caer su sentencia: -Es normal, Jordi, ha mentido y no tenía otra salida-. Pujol no es de los que pasan la página sin haberla leído en su totalidad. - Marta, Mario Conde en la cárcel, y los hijos y el yerno imputados. El yerno, para colmo, hijo de Manuel Guasch, ¿te acuerdas?, el que se salvó por los pelos cuando los líos de Javier De la Rosa-;-Jordi, es absolutamente lógico. Si han montado un tinglado para blanquear un dinero de origen confuso, habrán de pagarlo. Lo nuestro es una herencia-. – Y esto, Marta, es increíble. Los responsables de Manos Limpias y Ausbanc, que nos acusaron de haber cometido siete delitos, están entre rejas-; - No te ha de extrañar, Jordi, han intentado acabar con nosotros y están sufriendo las consecuencias-. -¿Damos un paseo, Marta? El campo está precioso, y los niños no se han levantado todavía. Mira, mira, qué maravilla cómo rompen las yemas del renuevo. La primavera, Marta, la primavera. Aire puro y limpio, como nuestras conciencias-.

Y senda descendente, principian el paseo.