Carlos Rodríguez Braun
Economía dibujada
Dos grandes dibujantes de «El País» nos iluminan con sus viñetas.
Un personaje de Forges dice: «Justicia social vs. Neoliberalismo, y no hace falta decir quién va perdiendo», y otro responde: «Sí, no hace falta».
Si por «justicia social» se entiende la expansión del Estado con objetivos redistributivos, y por «neoliberalismo» se entiende la reducción del Estado, entonces no cabe duda de quién está perdiendo, porque nunca los Estados han sido tan grandes, nunca los impuestos han sido tan altos, nunca el gasto y la deuda públicos han sido más elevados. La duda es: ¿dónde está mirando Forges?
En otra viñeta suya aparecen tres monstruos, y este texto: «Los horrores de la pobreza, el paro y la desigualdad, brindando, un año más, por la avaricia de los que más tienen».
Pero la pobreza es hoy menor que nunca antes. Y dada la reducción relativa de la pobreza en dos países tan poblados como China y la India, la desigualdad en el mundo ha disminuido.
Por tanto, sospecho que el panorama tétrico que dibuja el gran artista obedece a la falacia que anota al final, cuando asocia males económicos a «la avaricia de los que más tienen». Esto guarda relación con la falacia de la suma cero, o la idea de que uno no puede enriquecerse y tener ingresos y patrimonio sin dañar al prójimo. Sin embargo, en el mercado uno no puede enriquecerse sin beneficiar a los demás, por la sencilla razón de que los demás no están obligados a comprar: sólo lo hacen si creen que les beneficia. En cambio, hay una institución que, efectivamente, se enriquece a costa de los demás, la única que puede obligar a los demás a pagar. No es el mercado, claro, sino el Estado.
El Roto dibuja un hombre que fuma un puro y comenta: «No hay manera de acumular capital sin extender la pobreza. ¡Qué se le va a hacer!». En realidad, es justo al revés: es imposible acumular capital sin reducir la pobreza, otra vez, siempre que sea en el mercado. Los países ricos son los países con más capital, no con menos. La máxima expresión del antiliberalismo la brinda también este genial artista en otra viñeta en la que se ve a un hombre que se lamenta así: «Tantos modelos de zapatillas y un solo modelo de sociedad: ¿cómo es posible?».
Pues es posible, porque la sociedad no es una fábrica, y no se organiza (por cierto, si hay más de una fábrica, la producción de zapatillas tampoco se organiza, salvo que caigamos en desastres planificadores), no es una tribu, sino un «orden extenso» y complejo que no admite ser modelizado... salvo que el poder arrase con la libertad y los derechos de sus súbditos. Pero eso, es decir, el peligro que para la libertad representan los «modelos de sociedad» impuestos por el poder, rara vez aparece en las viñetas.
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