Lucas Haurie

Etica y vecindad

La Razón
La RazónLa Razón

Su voz transmite la serenidad de quien se impresiona ya con muy poquitas cosas. Más de una década trabajando en cooperación internacional en tres continentes infunden un cuajo que permite incluso bromear con la motivación de los turistas solidarios, a los que divide entre «personas de buena voluntad» y «cooperantes-copulantes». Es funcionario de la Comisión Europea y pide, para empezar, «respeto a las instituciones de Grecia, que no es una república bananera sino un país miembro de la UE. Llevamos tres años aguantando reproches porque dicen que nos injerimos en la soberanía griega pero ahora esa misma gente pretende que le enmendemos la plana a su administración de justicia». La peripecia de los tres bomberos sevillanos en Lesbos la cree fruto de «un malentendido» pero se pone «la toga del abogado del diablo» al recordar que «existe un pequeño porcentaje de desaprensivos entre los voluntarios de las ONG’s y por eso hay que entender el celo de los guardacostas, que paran a una lancha sin luces ni autorización para operar como ayuda a los refugiados. ¡A las cuatro de la madrugada! Dijeron que habían salido a socorrer a una embarcación a la deriva de la que nunca se supo nada. Es normal que se extrañasen, como lo demuestra la fianza que les han impuesto y los cargos que les imputan. Dicho lo cual, estoy convencido de que en el juicio todo se aclarará». Cuando nos espantamos con noticias referentes al tráfico de personas en el Estrecho de Gibraltar, por poner un ejemplo cercano, no cuestionamos el trato rotundo que la Guardia Civil dispensa a los patrones de las pateras. Ah, es que suelen ser marroquíes. La vecindad nunca fue un criterio fiable para determinar la moralidad de un comportamientos.