Selección Española
Frío y calor
Jamie Vardy, el 9 de Inglaterra mientras Rooney, señalado por Mourinho, duerme la mona y se recupera de otra lesión, en los albores decidió marcar territorio como hacían los centrales del siglo pasado. En zona de nadie entró por detrás a Azpilicueta. Falta alevosa, dura, sin posibilidad de tocar la pelota, de roja. Pero en un amistoso y tan temprano el árbitro señaló falta y silbó la Tarara. Poco después, Vardy ganó la espalda a Iñigo Martínez y Reina hizo penalti. El carácter recreativo del partido volvió a imponerse. Ni tarjeta. Lallana hizo el 1-0.
España estaba jugando con tres centrales –Nacho, Íñigo Martínez y Azpilicueta– y dos carrileros –Carvajal y Vitolo–. Las pérdidas eran constantes, de ahí el gol. Prevalecía la inconsistencia sobre el rigor y Lopetegui, consciente del sacrilegio, recuperó el dibujo con cuatro zagueros. Esporádicamente apareció Vitolo, el jugador esencial en los planes del técnico, pero chutó mal. Y así, sin chicha ni «limoná», llegó el descanso. La cuna del fútbol no se merecía ese tostón.
El fútbol nació en Inglaterra, que vende el producto con más éxito que el té de las cinco, pero después de ganar un Mundial hace medio siglo, no ha dado pie con bola. Casi como España en este partido, que tendría que haber sido para enmarcar y terminó con empate y gracias. Ausencias –Piqué, Ramos, Alba, Iniesta, Costa...–, retoques excesivos y mínima seriedad en el campo y en la banda hasta la entrada de Koke, Iago Aspas e Isco. El equipo de Southgate no asusta, pero agradece los regalos; el de Lopetegui, un «petit-suisse» con talento, pudo añadir a la cita más prestigio que ese 2-2 agónico que Aspas, con una actuación destacada y un gol monumental, e Isco, en el descuento, enmascararon.