Historia

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La gripe porcina

La Razón
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Lo de las raíces es fundamental. Mucho más de lo que la gente imagina, en esta sociedad tan volátil, caprichosa y acomodada. Hay comportamientos, sobre todo colectivos, que no se explican sin apelar a la Historia o a tradiciones que se remontan a tiempos nebulosos. La tenacidad de que hacen gala los ingleses, tanto si juegan al fútbol como si combaten, pasa de una generación a otra.

El espíritu áspero, inclemente y cruel que animaba a los cosacos rusos que entraron en 1814 en París, persiguiendo a Napoleón, bullía en los soldados soviéticos que en 1945 conquistaron el búnker de Hitler y en los militares fieles a Putin, que han dejado Chechenia como una era o anexionado Crimea al Kremlin. No hay determinismo ciego ni líneas constantes. A veces se producen cambios, cortes y hasta giros. A mí, por ejemplo, me llena de estupor y de nostalgia echar la vista atrás, repasar lo que fuimos y compararlo con lo que somos. Me cuesta encontrar un nexo entre la ciudadanía española actual y los aventados que se embarcaron en tres cáscaras de nuez y descubrieron América hace 524 años.

En mis momentos más sombríos, me entra la sospecha de que después de Colón, Cortés, Pizarro y esos colosos, tuvo que llegar a España una gripe al estilo de la porcina y que la maligna pandemia produjo un cambio genético. De no ser así, que alguien me explique cómo es posible el insensato aquelarre al que asistiremos este martes, fecha en que la mitad de nuestros gilipollas se confabulan para echar mierda sobre la gesta más grande protagonizada nunca por los naturales de estas tierras.

Los griegos tienen las Termópilas; los ingleses, Waterloo; los franceses, Austerlitz; los norteamericanos, Midway; los rusos, Stalingrado, y los judíos, Masada. Hasta los zulúes rememoran Insaldwana, pero aquí nada de nada. En este desventurado país se confunde Historia con Franco, no se entiende que conmemorar no es celebrar, se acepta con pasividad ovina el desmantelamiento de los planes de estudio y no se mira hacia atrás, como no sea para manipular datos e intentar ganar a balón pasado, partidos decididos y que se disputaron hace más de siete décadas.

Somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos, por mucho que berree esa chusma de ineptos, incultos y acomplejados que nos atufa.