María José Navarro
Los guais
María tenía treinta y siete años. Trabajaba en un bar desde que se separó y acababa tarde sus turnos, así que sus hijos, dos críos de siete y once años, se quedaban en casa de un familiar cuando a María le daban las tantas. Se acababa de separar del padre de sus niños, un tipo despreciable al que había denunciado en dos ocasiones. Desde el veintisiete de noviembre pesaba sobre él una orden de alejamiento que este hijo de perra quebrantó para matarla. María llegó a su casa y él la arrojó por la ventana. Ahí acabaron los sueños de tranquilidad de María. Ese es el sueño repetido de todas las mujeres maltratadas. Ni siquiera es el de ser felices, sólo el de estar tranquilas. Pero, como todos sabemos, el número de hombres que mueren a manos de sus mujeres es prácticamente el mismo que el de mujeres que mueren a manos de sus maridos. Y en la lucha por la igualdad no nos gana nadie, que menudos somos nosotros. La última ocurrencia de estos guais de naranja que se hacen llamar Ciudadanos recoge la propuesta de acabar con el agravante que introdujo la Ley de Violencia de Género de 2004 y que recogió el Código Penal cuando es el hombre el que agrede a una mujer y que refrendó el Tribunal Constitucional en 2008 Las lesiones que requieren de tratamiento médico están penadas con tres meses, pero en el caso de los hombres que agreden a sus mujeres o ex mujeres es de seis porque se consideran delitos, que tienen una pena más elevada. El partido de moda dice que quiere acabar «con la asimetría penal por cuestión de sexo», aunque sin detallar si pretende elevar la pena femenina o reducir la masculina. Pues nada, a seguir engordando la teoría de que hay denuncias falsas y de que el hombre está discriminado. Lo estáis bordando, modernos.
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