Martín Prieto
Objeción médica
Los socialistas siempre se opusieron a la objeción de conciencia al servicio en armas. En una de sus recurrentes esquizofrenias portaban la pancarta de paz a toda costa mientras militarizaban a los jóvenes. Cientos de muchachos penaron en prisiones su negativa a la violencia ( incluso la legítima ) hasta que un declinante Adolfo Suárez prometió una mili de tres meses, por lo que le ridiculizaron, y zanjó el asunto José María Aznar suprimiendo la conscripción y organizando el Ejército profesional que reclamaba la sociedad y los militares. Los periodistas nos sujetamos al secreto profesional como a un chaleco salvavidas y está bien que así sea, aunque en Estados Unidos, olla de libertades informativas, debe ser un juez quién limita ese derecho a tenor de que el silencio perjudique gravemente la vida de otros. La objeción de conciencia de los médicos no es negativa, sino positiva y va más allá del juramento hipocrático. Un amigo, en su guardia, atendió a una menor que llegó acompañada de un grupo de amigas, solicitando la prescripción de una píldora abortiva. El galeno la examinó diagnosticándola: «Está usted sana como una rosa». «¿Y si me quedo embarazada?» «Señorita, el embarazo no es una enfermedad. En su estado yo no debo recetarle ni una modesta aspirina». Finalmente mi amigo la derivó a un centro de planificación familiar donde le recetaron un pildorazo de hormonas, quizás innecesario. Como el embarazo indeseado no será erradicado por la educación sexual, la nueva ley del aborto tiene que garantizar la objeción de conciencia de los médicos que se niegan a un legrado con plazos o sin ellos o a destruir o no a un feto por razones terapéuticas. Contra la opinión de las chicas socialistas, los que hurgan nuestras entrañas no son fundamentalistas de misa diaria ni sus decisiones las consultan a Monseñor Rouco Varela, y no tienen otro mandato que el moral de sostener la vida a todo trance. Hay que sacralizar su objeción en la Sanidad tanto pública como privada. No se puede repetir la mili obligatoria del aborto.
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