Elecciones Generales 2016

Pactos en la niebla

La Razón
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Aunque los resultados electorales de ayer dejan pocas opciones a la negociación de bloques, hay sin embargo dos cuestiones previas que conviene tener en cuenta. La primera se refiere al PSOE que va a protagonizar los acuerdos. Aunque el resultado del partido socialista no ha sido el desastre que se anunciaba, la pérdida de cinco escaños más debe hacer negociar a todos sus dirigentes. Y desde luego no será lo mismo que esa negociación la lleve Pedro Sánchez a que definitivamente tome el control el Comité Federal. Es decir, en cualquier caso habrá que esperar a que el PSOE resuelva esta cuestión para conocer su decisión: si se abstienen a la vista de los resultados. Aunque, como diré más adelante, incluso el PSOE podría votar en contra en la investidura de Rajoy y, así y todo, ser elegido presidente. La España ingobernable que se anunciaba para esta legislatura desde todos los terminales mediáticos parece que no será tal. La segunda cuestión no es menos relevante, y también afecta a los socialistas. El «sorpasso» o adelantamiento de Podemos al PSOE, que anunciaban todas las encuestas no se ha producido. Es más: la hipotética suma de los socialistas y Podemos no sólo no consigue la mayoría absoluta que también anunciaban otras encuestas, sino que incluso los 156 escaños que suman quedan muy por detrás de los que suman PP-Ciudadanos: 169.

Y es que los datos son bastante claros en lo que a posibles acuerdos se refiere. Los números son los que son. Por un lado la suma de PSOE y Ciudadanos, que ya resultó insuficiente en la anterior legislatura, como se comprobó en el intento de investidura de Pedro Sánchez, es ahora menor. Por lo tanto, este sería ya un pacto imposible. Y aun más imposible si tenemos en cuenta el coste que aquel acuerdo ha reportado al partido de Albert Rivera y, porqué no decirlo, a Pedro Sánchez: la pérdida de cinco escaños a éste y ocho a aquél. La soledad de Pedro Sánchez en la noche de ayer –ya sin posibilidad de alianzas– era la mejor manifestación de que las alianzas iban a ser otras.

Y si aquel acuerdo ya es imposible, ¿cuál es el pacto posible? Pues el único acuerdo que tiene visos de llevarse a cabo, visto el subidón del PP, no puede ser otro que el de los populares y Ciudadanos. Los 169 escaños que suman deberían ser necesarios no sólo para gobernar sino que permitirían sumar algunos escaños más. Probablemente si no hubiera elecciones a la vista en el País Vasco, el PNV –que está en plena negociación del cupo económico– correría a sumarse a este nuevo proyecto. Pero hay que contar con que los movimientos estratégicos de los nacionalistas vascos están muy limitados por su próxima cita electoral. Otra cosa será el escaño conseguido por Coalición Canaria. Y esos 170 escaños deberían servir como suficientes, también por las coincidencias ideológicas, para conformar un gobierno estable. Y si a él suman los cinco votos del PNV en la investidura, se quedarían a un solo escaño de que Rajoy pueda ser votado presidente, lo que haría innecesaria incluso la abstención del PSOE, que podría votar en contra y así evitar ser señalado por Podemos.

Esta nueva mayoría permite además una reflexión de mayor calado. Los que vaticinaban una legislatura breve y complicada para acometer reformas, no solamente se han equivocado, sino que la mayoría salida de las elecciones generales de ayer puede permitir, no solo un gobierno con iniciativa legal, sino incluso acometer otras reformas de mayor calado –como la constitucional– para las que serían necesarias mayorías más numerosas. El tiempo del pacto entre PP y Ciudadanos comienza. Nadie, ni siquiera ellos mismos, entenderían que no se llevara a cabo. Los españoles han hablado.