Marta Robles
Papa, cuervo y santo
Me acabo de enterar, por casualidad, de que el recién elegido Papa es un cuervo. Pero que nadie se lleve las manos a la cabeza ni se confunda: también es un santo. Cuervos y santos son los aficionados del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, fundado hace 104 años (25 antes de nacer el Papa), en Buenos Aires. Cuentan que el Papa Francisco, un día sólo Jorge, es seguidor del club desde chico. Y como ya saben que se dice que se puede cambiar de cargo y hasta de mujer, pero no de afición, supongo que lo seguirá siendo. Y me parece bien. Cómo no. Tales pasiones, digo yo, no deben estarles vedadas a los sacerdotes, porque, bien llevadas, son enormes para el espíritu. Sólo me inquieta, debo confesarlo, que al equipo del Papa, además del de «los cuervos» o el de «los santos» le llaman el «azulgrana», porque lleva los colores del Barça. Y estando ya en cuartos de final de la «Champions», y pensando que al Madrid le puede tocar vérselas con el Barcelona, qué quieren, servidora se olvida del buen fútbol y de desearle lo mejor a los contrarios y sólo quiere que gane su equipo.
Miedo me da que el Barça, por aquello de la afinidad en el colorido, vaya a llevar bendición papal y apoyo espiritual extraordinario. Descarto la idea, esperando que el alma, si se le tiene que desatar al Pontífice alguna vez, sólo sea en el Nuevo Gasómetro, el estadio de su equipo, que será inevitable, por mucho que sea el Papa de todos los católicos, pero que, en el resto de los encuentros, bendiga por igual a todos los participantes.
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