Paloma Pedrero
Tener hijos hoy
En el artículo anterior hablaba de la forma nueva en que padres y sociedad educamos a nuestros hijos. En esas adolescencias interminables y tan ásperas para los padres, hasta el punto de que algunos, y más algunas, se plantean si mereció la pena. La socióloga israelí Orna Donath ha escrito un libro al respecto, «Madres arrepentidas», donde asegura que son muchas y buenas madres. Aunque, añade, la creencia de que la maternidad es lo más maravilloso que le puede ocurrir a una mujer no permita reconocerlo. Desde mi punto de vista, y respetando a las que no quieren serlo, ser madre sí es una experiencia maravillosa. Ahora bien, ser madre en una sociedad que infravalora la maternidad, y que ni educa ni ama bien a los niños y a sus progenitoras, es algo tremendamente duro que puede llevar al arrepentimiento. Lo que más pesa no son los hijos, lo que se hace insoportable es tener que renunciar a tu vocación, a tu carrera profesional, a tu aventura de ser mujer, a tu independencia económica y a tu libertad personal por el hecho de tenerlos. Lo que pesa es tener que asumir su crianza en soledad, sin la responsabilidad compartida con tu pareja. Llevar el ingente deber del trabajo doméstico sin ayudas, sin respeto, sin sueldo, sin agradecimiento. Queridos, el mundo ha cambiado. Las mujeres hoy, hasta que el reloj biológico pone el límite para la maternidad, somos más y mejores en universidades y cargos. Después, a la cúspide llegan muy pocas. Porque si decides ser madre, a no ser que seas rica o heroína, no puedes compatibilizarlo. Si a eso le sumas divorcios e hijos mal encarados, no son de extrañar dudas y arrepentimiento. ¿O sí?
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