Cataluña

«Avui sí toca» (que Pujol hable)

Jordi Pujol hizo célebre una frase: «Avui no toca». Hoy no toca. Así se quitaba de encima las preguntas que no quería contestar, como si todo tuviese que llevar un orden que sólo él conocía y controlaba. Ésa ha sido, visto lo visto, su gran aportación al vocabulario político nacional. Las circunstancias que atraviesa el ex president de la Generalitat le han hecho perder el control de la situación, que tan sabiamente manejó durante 23 años, y ahora le toca actuar como a un ciudadano sometido a la Ley. El caso es que ahora sí toca. Ahora es el momento de responder a muchas preguntas. Porque, de momento, lo único que sabemos después de su espectacular confesión del pasado 25 de julio es que durante 30 años ha tenido importantes sumas de dinero sin declarar en bancos extranjeros. Pero ni sabemos exactamente cuánto, ni dónde, ni cuál es su procedencia, ni cuántas cuentas existen y a nombre de quién, ni si ha regularizado estos fondos. Hasta ahora, hemos flotado en la espuma de una confesión que para muchos ha supuesto un verdadero trauma político, incluso espiritual, pero conviene ya desacralizar al personaje y sus anécdotas para que Hacienda y la Justicia puedan hacer su trabajo. Hoy, el ministro Cristóbal Montoro dará cuenta en el Congreso sobre este caso, aunque no arrojará mucha luz porque la ley le impide desvelar si el ex presidente de la Generalitat y su familia se acogieron a la amnistía fiscal y otros detalles sobre un patrimonio que, según fuentes policiales, podría ascender a los 2.000 millones de euros. La Ley General Tributaria prohíbe dar datos tributarios de un contribuyente concreto, así que las explicaciones las tendrá que dar el propio Pujol, que fue quien reveló la existencia de ese dinero en «paraísos fiscales». En todo caso, la comparecencia tendrá un fondo político y simbólico evidente en un momento en el que el nacionalismo catalán quiere culminar su desafío secesionista manteniendo una consulta ilegal, de la que el ex president no es ajeno. Hoy también el Parlament de Cataluña decidirá la comparecencia de Jordi Pujol, que cuenta con el voto a favor de CiU, la coalición que él forjó, o así lo ha anunciado. La celeridad con la que el partido de Artur Mas ha roto con su líder histórico puede invitar a interpretaciones más allá de lo político, pero lo que subyace es que el partido que no sólo ha gobernado Cataluña casi treinta años, sino que ha actuado como guía moral, se vea sometido a un examen riguroso de su financiación, siempre puesta en duda. De ahí que rechace la posibilidad de una comisión de investigación sobre el «caso Pujol» que pueda salpicarle. Para no caer en las redes de un nacionalismo siempre con la lágrima fácil, no hay que perder de vista que en este momento lo que sí toca es saber toda la verdad para que a quien corresponda actúe en consecuencia.