Bilbao
ETA ordena y manda
Tras la comparecencia en Durango de los presos excarcelados y la manifestación del frente unido nacionalista en favor de los reclusos de la banda en Bilbao, se anunció un comunicado inminente de la dirección terrorista con su posición sobre los próximos pasos a dar. Con el ánimo intoxicador habitual, se filtró que se podría anunciar un gesto de desarme, pero lo que ayer se publicó en «Gara» es otra cosa. Se trata de una nota interna de la dirección etarra que fue interceptada por la Guardia Civil en el despacho de Arantxa Zulueta en la operación contra el frente de «makos». Los terroristas se han apresurado a trasladar sus planes a la opinión pública, una vez que el Gobierno ya los conocía, incidiendo en el mensaje más conveniente para sus intereses a corto plazo, que es el reafirmarse en el abandono del tiro en la nuca. Sin embargo, la relevancia de la nota etarra es otra: lo que no anuncia y lo que expresamente asegura. Por supuesto, ETA no habla de su disolución ni de la entrega de las armas, ni de pedir perdón a las víctimas, ni de su disposición a colaborar con la Justicia ni de depurar las responsabilidades de sus pistoleros. En absoluto. La banda se refiere justamente a lo contrario. Se constata que no sólo no piensa en un repliegue o en abandonar, sino que está decidida a ser actor principal en lo que está por llegar. Como ejemplo sirva el reconocimiento de que la suspensión de sus actividades terroristas fue una decisión «estratégica». No fue un fin, sino un medio al servicio de un proyecto global. Ahora, ETA ha decidido retomar de forma activa las riendas del «proceso» y de las organizaciones de su entramado, sin intermediarios ni testaferros. Aunque nunca fueron por libre, pues la tutela de la banda siempre estuvo más o menos presente, Bildu, Amaiur o Sortu gozaron de cierta capacidad de maniobra. A la vista de los documentos incautados, eso se ha acabado. LA RAZÓN adelanta hoy que la banda colocará a varios de sus dirigentes excarcelados por la anulación de la «Parot» para controlar a todas las organizaciones de la izquierda abertzale. Esto supone el regreso a los esquemas del comisariado de finales de los setenta y la década de los ochenta, cuando los terroristas tenían representantes en su brazo político, e incluso designaban a los miembros de la mesa nacional de Herri Batasuna, Gestoras y los medios de comunicación afines. Si bien la realidad es que ETA ha sido debilitada de forma extraordinaria por la eficacia de las Fuerzas de Seguridad, la verdad es que existe, toma decisiones y mantiene capacidad para interferir en los terrenos político, institucional y social. El tiempo nuevo que venden los nacionalistas sólo llegará tras la derrota de los terroristas. Hay que perseverar y golpear en todas sus estructuras, porque todo es ETA, también sus abogados. La democracia no puede cometer errores y el Gobierno lo ha entendido como debe.
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