La amenaza yihadista
Imanes en España: Más control y formación
Si algo parece probado a estas alturas de la investigación de los atentados en Cataluña es el papel determinante del imán de Ripoll, Abdelbaky Es Satty, cuya orden de expulsión de España por un delito de drogas fue revocada en 2015. Su labor de captación y posterior lavado de cerebro de los jóvenes implicados fue pasada por alto y las trágicas consecuencias ya por todos conocidas han dejado en evidencia que nuestros sistemas de control no funcionan. Ya no basta con vigilar los mensajes de las grandes mezquitas o los pequeños oratorios diseminados por nuestra geografía; hay que seguir de cerca a quienes propagan dichos mensajes. Hemos de tener en cuenta que en cada uno de los casi 1.500 centros de culto musulmanes (mezquitas u oratorios) hay al menos un imán que se encarga de dirigir el rezo y que, en realidad, puede ser cualquiera. Muchos de ellos no tienen formación alguna y ni siquiera hablan nuestro idioma, dos requisitos que se antojan, cuando menos, deseables. Es cierto que la libertad religiosa está garantizada en nuestra Constitución y que el Estado, aconfesional, nada tiene que decir sobre quién debe o no ejercer de líder espiritual. Por ello la propuesta realizada por la Comisión Islámica de España de elaborar un censo de imanes con el objetivo de que acrediten su formación y su capacidad puede ser un buen comienzo. Se impone con urgencia un mayor control para detener el extremismo.
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