San José
Un Papa cercano echa a andar
Durante la homilía de la misa con la que inició oficialmente su pontificado, el Papa Francisco ofreció claves sobre el estilo con el que manejará el timón de la barca de Pedro. Lo hizo al hilo de la figura de San José, cuya fiesta se celebraba ayer, al que alabó por cumplir con su deber «con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad total». También destacó el nuevo Santo Padre que José fue un «hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario». La cercanía y el cuidado de los más desfavorecidos gravitaron a lo largo de la homilía, y no faltó una mención a la obligación que tiene la humanidad de respetar el medio ambiente. Sin duda estos rasgos, de los que él mismo ya ha dado prueba en los pocos días que lleva al frente de la Iglesia, serán los que ponga en juego en el que quizá sea el mayor reto de su pontificado, la recristianización de un mundo occidental que parece haber perdido contacto con las raíces que le hicieron ser admirado por el resto de las culturas como cuna de las libertades políticas y ámbito en el que se han desarrollado hasta su máxima expresión tanto la ciencia como las artes. El papado, pilar sobre el que se ha levantado la civilización occidental, es uno de los baluartes que le quedan a Europa para protegerse no sólo de la banalidad paralizante que la mina desde dentro, sino también del avance de nuevas formas de intolerancia que amenazan con destruir su legado. En este contexto de nueva evangelización, España está llamada a volver a ser clave. La historia de nuestro país ofrece numerosos ejemplos de eficacia misionera y en muchos casos fueron españoles los que llevaron a los rincones más recónditos del planeta la luz del Evangelio y los rudimentos del progreso. No en vano, el español es la lengua mayoritaria en la Iglesia: un 42 por ciento de sus miembros ora en la lengua de Santa Teresa. Si estrecha ha sido siempre la relación entre Roma y España, a partir de ahora lo será aún más, ya que la fe que el Papa Francisco recibió en su Argentina natal fue plantada por manos españolas, y, además, la familia espiritual en la que recibió su formación sacerdotal, la Compañía de Jesús, fue fundada por el vasco Ignacio de Loyola. Además, el Santo Padre conoce la realidad española de primera mano y su relación con nuestro país siempre ha sido estrecha y llena de afecto. En este sentido, la imagen de ayer del encuentro del Papa con los Príncipes de Asturias y el presidente Mariano Rajoy actualizó la cercanía que, a lo largo de los siglos, ha existido entre la Corona española y la Santa Sede, símbolo a su vez de la profunda relación entre la Iglesia y nuestro país. Esta imagen no sólo nos conecta con nuestro pasado, sino que nos señala además una fuente de inspiración fiable y segura para nuestro futuro.
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