España
Unidos en torno a Suárez
La talla de la figura de Adolfo Suárez ha ido adquiriendo su verdadera dimensión histórica, pero también humana, en la conciencia colectiva de los españoles durante los últimos veinte años. Dos décadas en las que se fueron asentando los posos de una historia de éxito, que fue enturbiada por pasiones políticas, ideológicas y personales. La mejor prueba la tuvimos ayer, cuando su primogénito, Adolfo Suárez Illana, embargado por los sentimientos, dio cuenta de que la salud del ex presidente del Gobierno, hospitalizado por una insuficiencia respiratoria desde el pasado lunes, se había deteriorado de manera irreversible. El anuncio provocó de inmediato una reacción emocional en el conjunto de la sociedad española con muy pocos precedentes. Con Sus Majestades los Reyes a la cabeza, la nación que tanto debe al hombre que hizo posible la Transición política y sentó las bases de la democracia avanzada de la que disfrutamos comprendió que se avecinaba un acontecimiento luctuoso, pero de innegable trascendencia histórica. En este punto, es preciso elogiar el comportamiento de la familia de Adolfo Suárez a lo largo de su prolongada y penosa enfermedad, alejada de cualquier atisbo de sentimentalidad impostada y consciente de que la sociedad española a la que sirvió el ex presidente con tanta dedicación debía ser puntualmente informada de cualquier cambio notable en la evolución de su salud. Así supimos que su último ingreso hospitalario podía complicarse, como desafortunadamente ha sucedido. Ayer, tanto el Gobierno, que ya prepara el funeral de Estado, como la oposición demostraron su respeto por la figura del ex presidente y ajustaban unas agendas políticas muy cargadas por encontrarnos a las puertas de las elecciones europeas. En este sentido, la candidata socialista, Elena Valenciano, apuntó que, según cómo evolucionaran los acontecimientos, suspendería su campaña electoral. Gestos que honran la trayectoria de un personaje que hizo del consenso la reconciliación y la fe en el futuro de todos los españoles su ideario. Pero el impacto de la noticia trascendía a la clase política para alcanzar a toda la sociedad. Así, afloraban en las conversaciones y en las redes sociales los recuerdos y las anécdotas de una época difícil y esperanzada, que todos los que vivimos la Transición tenemos aún muy presentes. Una historia viva, que debería ser transmitida a los más jóvenes sin los tintes partidistas tan al uso. Porque en estos instantes en los que España atraviesa momentos difíciles, en los que se pone en duda su unidad y se revisan conceptos que creíamos ciertos, la agonía de Adolfo Suárez servirá de aldabonazo a la conciencia colectiva española para que recupere las virtudes que hicieron posible la obra que él impulsó.
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