Biblioteca Harley-Davidson

El libro de las páginas en blanco

La capacidad de los humanos de hacer cosas no previstas encandila nuestro ánimo con la estimulante sorpresa

Creo que fue George Steiner quien decía que la manera más rápida de detectar a un intelectual era buscar a un hombre que leyera con un lápiz de subrayar en la mano. ¿Pertenece usted al grupo de los adictos a emborronar todos los libros que caen en sus manos con comentarios marginales, subrayando los contenidos más importantes y marcando las hojas con temas a su juicio importantes? El subrayado ayuda a fijar mejor los contenidos en la memoria; tenerlos dispuestos para combinarlos luego con las circunstancias que nos vaya ofreciendo la vida y así sacar con ellos conclusiones.

Subrayadores siempre existirán. Lo importante es saber si verdaderamente les estamos legando algo que merezca la pena ser subrayado. No nos va a servir un libro bellamente encuadernado lleno de gadgets, enlaces, ofertas y ventajas, si luego tiene las páginas en blanco. Para eso, nos da el mismo servicio un simple holograma de su parte externa. Ahora que la inteligencia artificial se abate sobre nosotros con todas sus preguntas, tendríamos que fijarnos en el poco éxito en los últimos tiempos que han tenido los hologramas en las artes escénicas a pesar de sus caros intentos. El primer rudimentario holograma que intentó sustituir la presencia humana en un escenario fue el cine. Las pinturas animadas triunfaron casi totalmente, pero no acabaron con las artes escénicas. Se convirtieron en un nuevo arte, industrialmente riquísimo, pero que no consiguió erradicar la presencia humana de los escenarios. La importancia escénica de esa presencia se desplazó simplemente a encontrarse aumentada en otros ámbitos: la música pop o los deportes. Lo que hace que la presencia humana sea tan atractiva en el arte y en muchos otros lugares y eventos es su imprevisibilidad. La capacidad de los humanos de hacer cosas no previstas encandila nuestro ánimo con la estimulante sorpresa. La inteligencia artificial es previsible. Por eso funcionará, pero nunca triunfará de un modo absoluto.