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Sin Perdón

Un Papa que no dejaba indiferente

«Su balance es muy positivo y es un error etiquetarlo ideológicamente»

Francisco es una de las figuras más importantes de este siglo. Su elección fue una gran sorpresa y no hay duda de que ha roto muchos esquemas. Ha sido un Papa que no ha dejado indiferente a nadie. En contra de lo que se ha dicho, existe una continuidad en sus reformas y no se ha apartado de la doctrina de la Iglesia. Otra cuestión distinta es que la izquierda se haya querido apropiar de su figura. No hay más que ver algunas reacciones para constatar este error. Hay siempre una enorme simplificación a la hora de etiquetar a los Pontífices, ya que lideran una obra de Dios que es dirigida por hombres. Lo hacen con sus aciertos y sus errores, pero es bueno recordar que ha sido y es la institución más influyente del mundo. Otra cuestión es que nos refiramos al poder, que es un concepto distinto ya que tiene unas características más complejas y contradictorias. El magisterio de los Papas es transversal y no se circunscribe a los católicos.

Francisco ha impulsado una serie de reformas que son una continuidad de lo que han ido haciendo sus antecesores para adaptar la Iglesia a la realidad de su tiempo, aunque con una estricta fidelidad a su doctrina. No se ha producido ningún cambio en ese terreno. Los Pontífices no son políticos y su actuación no se basa en las encuestas o la popularidad, sino siguiendo las enseñanzas de Jesucristo.

Todos los que he conocido se han movido en esa dirección y cada uno ha dejado una huella importante con su magisterio. Hay que situarlos en el contexto de las complejas épocas que les tocó vivir. Han sufrido el inmenso dolor de las tragedias que han afectado a la Humanidad, han cargado a sus espaldas una pesada responsabilidad a una edad avanzada y se han movido, únicamente, por una firme vocación de servicio. Han tomado decisiones difíciles, como ha hecho Francisco, pero siempre guiados por el bien común y el fortalecimiento de la Iglesia. Su balance es muy positivo y es un error etiquetarlo ideológicamente, porque ni era ni quería ser un político. Sus preocupaciones fueron las mismas que las de san Juan Pablo II y Benedicto XVI. La grandeza de la Iglesia es su continuidad.

Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)