Opinión

La «solución final» en Wannsee, Berlín

En un señorial edificio, se había convocado en la fecha de hoy del año 1941, en plena Segunda Guerra mundial, un encuentro que ha pasado a la Historia como «la Conferencia de Wannsee»

Wannsee es el nombre de una zona de la capital alemana Berlín. En un señorial edificio, se había convocado en la fecha de hoy del año 1941, en plena Segunda Guerra mundial, un encuentro que ha pasado a la Historia como «la Conferencia de Wannsee». Los convocados por el destacado jefe nazi Reinhard Heydrich, fueron 15 altos funcionarios y cualificados dirigentes de las SS y la Gestapo, para una misión tan dramática como «discreta». Se trataba de implementar la logística necesaria para llevar a cabo la conocida como «solución final de la cuestión judía». Es decir, el exterminio de los más de 11 millones de judíos residentes en territorios de los diversos países europeos ya sometidos al poder del Tercer Reich. Ese era el plan de Hitler, pero el «Señor de la Historia» y en particular de quien ayer celebrábamos, no parecía estar de acuerdo con esos maléficos deseos, alterando sus siniestros planes. Dos días antes, el 7 de diciembre de 1941, la aviación japonesa bombardeó la importante base naval de Estados Unidos en Pearl Harbour, ocasionando más de tres mil muertos e importantes pérdidas de material de guerra. Ese inesperado ataque, motivó que al día siguiente, en la fiesta de la Inmaculada Concepción, el presidente Roosevelt con el apoyo del Congreso, declarara la entrada en la guerra mundial –ya comenzada dos años antes–, alineados con los Aliados contra Japón y el Eje. Y ese mismo día, los 15 convocados a la Conferencia del 9 de diciembre, recibieron un telegrama cifrado, comunicando que un motivo «extraordinario y sobrevenido» obligaba a aplazar el encuentro del día siguiente, trasladándolo al mismo lugar días después, concretamente al 20 de enero. Llamativamente esa fecha, 20 de enero de 1942, iba a coincidir exactamente 100 años después, día a día, con un gran milagro sucedido en Roma. Fue la instantánea conversión al catolicismo el 20 de enero de 1842, del ateo y anticristiano de 27 años Alfonso de Ratisbona, miembro de una muy acomodada familia judía. Es la única conversión desde los tiempos apostólicos, reconocida como milagrosa, y en este caso por intercesión de la Inmaculada. Ordenado sacerdote marchará a Tierra Santa a la Congregación de Nuestra Señora de Sion fundada por su hermano Teodoro, para trabajar por la conversión del pueblo judío. Alfonso María de Ratisbona hoy yace en el cementerio del monasterio de estas religiosas en Ain Karem, al pie de donde la Virgen pronunció el Magnificat que concluye «…auxilia a Israel su siervo...». De la mano de la Inmaculada Concepción, no pudieron los nazis ejecutar totalmente la diabólica logística para la «solución final».