Estas son las buenas razones para la salud por las que hay que comer membrillo

A pesar de que su temporada alta es el otoño, en invierno todavía podemos disfrutar de los últimos coletazos de un buen membrillo. Y sobran las razones para incluirlo en el menú, pues la evidencia científica juega a su favor. «Aunque no se disponen de estudios realizados en humanos, los trabajos en animales e in vitro apuntan a que podría tener efectos antioxidantes, antihipertensivos, antinflamatorios e hipolipemiantes», apunta Manuel Moñino, presidente del Consejo General de colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas (Cgcodn).

En concreto, el membrillo «es una fruta de bajo aporte calórico, incluye vitamina C y es una de las que tiene mayor presencia de fibra. Además, es rico en fitoquímicos, que le aportan su aroma intenso a miel y flores y su sabor ácido y astringente característicos», recuerda Moñino.

Uno de los puntos fuertes del membrillo es su riqueza en taninos, de ahí su sabor amargo y carácter astringente. «Son compuestos fenólicos de origen vegetal y su interés radica en su acción antioxidante y en sus efectos sobre el tratamiento y prevención de enfermedades cardiovasculares, cáncer, etc. De otro lado, los taninos son capaces de formar complejos con las proteínas, aumentando la excreción fecal de éstas en forma de nitrógeno o de afectar a la absorción de hierro, vitaminas del grupo B y vitamina A», detalla Samara Palma, miembro del área de nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), quien recuerda que, «en comparación con otras frutas como la manzana, aporta menos carbohidratos, más fibra y más potasio».

El membrillo, sin embargo, rara vez se consume crudo, siendo la forma más habitual de comerlo como dulce, en mermeladas o en almíbar. En este sentido, Palma recuerda que «esta elaboración requiere la cocción de la fruta, por lo que es probable que el contenido en taninos se vea reducido». Y algo similar ocurre con la vitamina C, ya que «al proporcionar y cocinar la fruta, gran parte de ese aporte se pierde», recuerda Moñino. Sin embargo, hay algo muy positivo de esa elaboración, y es que «la fibra contenida en su pulpa se disgrega, haciendo que sea de mejor digestión, y el puré resultante seguirá siendo rico en fibra, lo que permite que se gelifique».

Aliado en la diarrea

La fibra es una de las grandes bondades de esta fruta, «fundamentalmente en forma de pectina y mucílagos, ambas consideradas fibras “solubles”, es decir, capaces de absorber agua y formar geles, circunstancia que, desde el punto de vista clínico, resulta interesante para el tratamiento de la diarrea. De otro lado, la pectina, por su carácter altamente fermentable, contribuye a la salud de la microbiota intestinal», añade la portavoz de la SEEN. Y así lo ratifica María Muñoz, nutricionista y asesora de Santa Teresa Gourmet, quien añade que «la pectina también ofrece muchos beneficios de cara a la salud cardiovascular porque tiene la propiedad de regular la absorción de la glucosa y de los lípidos en el tracto intestinal. De esta forma, y al no contener grasas saturadas, reduce el colesterol malo y el riesgo cardiovascular por su contenido en polifenoles y su bajísimo (casi nulo), contenido en sal».

Dado que el dulce de membrillo puede poseer un aporte elevado de azúcares, «su consumo debe realizarse en el marco de una alimentación saludable, es decir, en cantidades pequeñas y acompañando a otros alimentos nutritivos como lácteos, pan integral, hortalizas frescas como ensaladas, etc., así como en frecuencias semanal o quincenal, lo que puede facilitar el consumo de alimentos saludables, incrementar la ingesta de fibra, y sustituir a otros azúcares añadidos en la dieta», aconseja Moñino. Por ejemplo, Muñoz propone «tomar un desayuno con pan integral, una porción de membrillo con toque dulce y energético, rúcula, queso de cabra y salmón para aportar proteína y grasa saludable».