Sociedad
Aliado áureo contra el Covid
El oro, una vez más, ha vuelto a convertirse –nunca dejó de serlo– en un actor clave en el devenir humano. De ser parte fundamental en la detección del Covid-19 a ser refugio económico ante el caos financiero que provoca
El oro ha acompañado a la humanidad durante toda su historia. Ha sido su aliado en tiempos convulsos, y ha adornado sus éxitos, su gloria. Hoy en día, en tiempos de tribulaciones, cuando una enfermedad como el Covid-19 golpea inmisericorde a millones de personas en su salud y su economía, el oro entra en escena. Lo cierto es que nunca se fue. En las últimas semanas se ha hecho habitual que dos conceptos tan dispares como el oro y el coronavirus compartan titulares en los medios de comunicación, al menos para aquellos que estén interesados en profundizar en los métodos de análisis y detección de la enfermedad. Lo cierto es que hay otro aspecto del oro que lo relaciona aún más estrechamente con el virus: el metal es un componente esencial para la fabricación de kits de diagnóstico de muchas enfermedades, entre ellas el coronavirus. el papel del oro en los diagnósticos médicos es uno de los más importantes. Las nanopartículas de oro se utilizan desde hace al menos 40 años como indicadores en pruebas reactivas LFA (Lateral Flow Assays, por sus siglas en inglés). Estas pruebas reactivas con el oro como componente esencial son utilizadas para el diagnóstico de numerosas enfermedades. Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2018 se vendieron alrededor de 412 millones de kits LFA solo para el diagnóstico de la malaria. Una de las primeras compañías en crear estos tests ha sido la estadounidense BioMedomics, cuyos kits rápidos son capaces de identificar la presencia de biomarcadores de la respuesta inmune del cuerpo humano al Covid-19, en vez de buscar al propio virus. Por lo demás, a nadie se le escapa que la economía global se ha visto sacudida por la declaración oficial de la pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud y muchos inversores han vuelto sus ojos hacia el oro como activo refugio. Un refugio que sin embargo de nada vale a productores de oro como Venezuela, golpeada en su economía y su salud pese a sus riquezas. Pero eso es otro capítulo: la gestión de las crisis que hacen los gobiernos. Aunque tengan las mejores cartas.
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