Religion
Entre Yuste y el Vaticano
Retirarse a tiempo del ejercicio de la actividad habitual, es considerado siempre com una virtud, relevante cuando la actividad es pública. A lo largo de la historia se han sucedido algunas retiradas memorables, como la del Emperador Carlos al monasterio de Yuste para pasar sus últimos veinte meses de vida. Recientemente hemos visto el singular caso de Benedicto XVI renunciando como Papa para trasladarse a otro monasterio –Mater Ecclesiae–, en los jardines vaticanos.
Rafael Calvo Serer escribió en 1968 un famoso artículo en el diario Madrid, «Retirarse a tiempo: No al General de Gaulle», que todo el mundo entendió referido a otro general, Franco; lo que le costó al diario su cierre por dos meses. Distintas fueron otras retiradas, como la de Bismarck, forzado por el nuevo Emperador Guillermo II; o la de Adolfo Suárez como Presidente en 1981, tras perder la confianza del Rey, entre otros. Además de estas citadas, existe una miscelánea de otras renuncias que compondrían una gran antología al respecto.
Pero entre la diversidad de modelos de renuncias –de Yuste al Vaticano– hay un factor común a todas ellas: siempre deben existir unos principios, valores y códigos de conducta, que fuercen a uno a adoptar una decisión difícil, como dar un paso atrás –o a un lado– sin estar necesariamente obligado a ello. Lo malo es cuando, ante la inexistencia de esos códigos, la renuncia se produce solo por la muerte. Sic transit gloria mundi.
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