Ciencia
La ciencia también rechaza el «azote a tiempo»
Escocia se une a la lista de países en prohibirlo por ley. Diversos estudios apuntan a que los cachetes a lo largo del periodo de desarrollo aumentan el riesgo de agresividad del menor
Escocia se une a la lista de países en prohibirlo por ley. Diversos estudios apuntan a que los cachetes a lo largo del periodo de desarrollo aumentan el riesgo de agresividad del menor.
ar un cachete o un azote a un hijo ha pasado a ser ilegal en Escocia esta semana. No así en el resto del Reino Unido que mantiene este acto sin categoría penal. Cincuenta países, entre ellos la mayor parte de los estados de UE han ido adaptando sus legislaciones para prohibir este método de corrección. En el caso de España, aunque el Código Civil tipifica como delito el castigo físico a un hijo, raramente los jueces aplican la ley para penar a un progenitor cuando se considera que el uso de la fuerza ha sido moderado y con la intención razonable de corregir una acción. La decisión escocesa se ha tratado de basar en la evidencia científica: no existe ningún aval desde el punto de vista de la psicología, la pedagogía o la neurología que permita justificar que un cachete a tiempo mejora la educación de los hijos. Y sí existen informes que proponen lo contrario.
La nueva legislación que aunque fue anunciada el viernes no se ha presentado oficialmente y, por lo tanto, no se conocen las penas en caso de cachete, coincide con la publicación de una encuesta llevada a cabo en el Reino Unido sobre la práctica. De hecho, este país es uno de los últimos en subirse al tren de la prohibición, a pesar de cierta presión social experimentada en los últimos años en esa dirección. La encuesta ha contado con la participación de 4.000 adultos de los que más de la mitad (el 59%) han declarado que el «cachete no debería ser prohibido». Solo un 5% de los entrevistados consideró que debería tener una sanción penal cualquier tipo de castigo físico a un hijo. En EE UU, una encuesta de Child Trends Databank demostró que el 75% de los padres y el 65% de las madres creen que «de vez en cuando los niños necesitan un azote para ser corregidos».
Pero, ¿qué dice la ciencia al respecto? En 2016, «Journal of Marriage and Family» analizó información de 3.279 familias con hijos pequeños en áreas urbanas. Se registró solo el comportamiento maternal. Para ello se pidió a cada voluntaria que anotara las veces que empleaba el cachete como herramienta educativa y las veces que empleaba un estímulo cariñoso. Los resultados demostraron que la cantidad de azotes a lo largo del periodo de desarrollo predice la agresividad del menor a corto plazo: a mayor uso del castigo físico, mayor riesgo de comportamiento violento del niño o a la niña. Según datos de la Sociedad Americana de Pediatría, el castigo corporal leve tiene resultados educativos más pasajeros que la corrección cariñosa. El cambio de comportamiento del menor ante un azote es más momentáneo y la actitud positiva que se haya podido lograr con él pasa pronto de largo.
La ciencia sobre al azote es muy amplia. Desde los años 60 se ha investigado en numerosas ocasiones esta controvertida aunque, a la luz de los datos generalizada, práctica. Prácticamente la totalidad de estos estudios coinciden en que el cachete es más perjudicial que beneficioso.
Uno de los estudios más ambiciosos se terminó de publicar en abril de 2016 y consistía en el metaanálisis de más de 200 investigaciones internacionales sobre el efecto de la corrección física en la educación. Se buscaba determinar si el uso del cachete genera algún efecto secundario diferente a la educación sin cachetes y si esos efectos secundarios eran similares a los que se producen cuando la violencia física va a mayores.
En total se recogieron datos de 160.000 familias. Se descubrieron 13 efectos secundarios claramente específicos del uso del cachete y algunos de ellos similares a efectos producidos por la violencia (aunque en grados menores). Todos están relacionados con un mayor riesgo de déficits psicosociales, de integración en el grupo, de intolerancia o de comportamientos violentos.
El trabajo citado, que se publicó en el «Journal od Family Psichology», mostró que las relaciones entre padres e hijos son menos afectivas cuando hay uso del cachete, que aumenta el estrés interfamiliar y que los niños a los que se ha dado azotes con asiduidad puntúan peor en los test de autoestima. Más aún, a principios de este año un grupo de psiquiatras de EE UU elaboró un manifiesto para solicitar que el llamado «cachete a tiempo» fuera considerado «experiencia traumática» para el menor. De hecho, se situó esa experiencia al mismo nivel que el abandono o tener un padre en prisión.
¿Realidad? ¿Exageración? Lo cierto es que existe unanimidad científica a la hora de proponer que el azote es la peor opción educativa posible. El Colegio de Pediatras del Reino Unido lo tiene claro: desde 2009 lleva pidiendo oficialmente que el azote se elimine de la práctica educativa. Pero en el viejo país insular parece que aún falta tiempo para que el resto de los parlamentos siga la estela de Escocia y de los otras 53 naciones que han prohibido el azote desde que la pionera Suecia lo hiciera en 1979.
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