Ciencias humanas
Más cerca de la vacuna contra la malaria
Los científicos identifican cinco objetivos moleculares que reducen la capacidad del parásito de invadir los glóbulos rojos
Los científicos identifican cinco objetivos moleculares que reducen la capacidad del parásito de invadir los glóbulos rojos.
a malaria sigue siendo ese caballo de batalla que fue desde hace siglos para la atención sanitaria. Es cierto que en el mundo desarrollado la enfermedad ya no causa estragos (a mediados del siglo XX en España aún se padecía y existía una red de dispensarios de los febles medicamentos suministrados para combatirla). Pero en los países más pobres sigue siendo un drama. Casi la mitad de la población del planeta está en riesgo de padecerla. Doscientos millones de personas son infectadas anualmente. El año pasado más de 500.000 de ellas murieron.
A pesar de estos datos, y a pesar de que la ciencia lleva buscándola decenios, no existe una vacuna eficaz para prevenir la malaria. La enfermedad es demasiado compleja, intervienen en ella muchos factores y en los últimos 50 todos los intentos de inmunoterapia han logrado solo éxitos parciales.
Ahora se publica el mayor estudio hasta la fecha en esta dirección que saca a la luz el descubrimiento de cinco nuevos posibles objetivos moleculares hacia los que podrían apuntar las futuras vacunas contra la malaria. El trabajo se ha basado en la disección del parásito que provoca la enfermedad en su estado más vulnerable (cuando se presta a invadir los glóbulos rojos del organismo infectado) y ha detectado cinco momentos en los que una vacuna podría disminuir su capacidad invasora.
La investigación, muy prometedora, ha sido publicada en «Proceedings of the National Academy of Sciences». Los científicos han analizado 29 posibles dianas moleculares que afecten al Plasmodium falcioparum (el microorganismo que genera el mal y que es transmitido a los humanos mediante la picadura del mosquito Anopheles).
Esos 29 factores están implicados en la capacidad del parásito para romper las barreras defensivas de las células e invadirlas. El microorganismo necesita penetrar en los góbulos rojos para sobrevivir. Justo antes de hacerlo, se encuentra en un estado de gran vulnerabilidad. Si penetra en las células podrá encontrar cobijo y prepararse para infectar el cuerpo.
La investigación consistió en cultivar en el cuerpo de conejos anticuerpos que reaccionan ante la presencia de esos 29 factores moleculares. Luego, se extrajeron esos anticuerpos y se pusieron en contacto con muestras del plasmodio infeccioso. Se descubrió que cinco de ellos producían considerables debilitamientos en la capacidad invasiva del organismo.
El avance es fruto de una nueva estrategia de investigación que se conoce como vacunología inversa. Se trata de analizar el genoma de un agente infeccioso y descomponerlo en sus porciones más elementales. Es como descomponer un castillo de naipes en sus piezas y analizar cuáles son las más importantes para formar el conjunto. Una vez conocidas, sabemos que retirando esas piezas hay más probabilidades de derrumbar el castillo.
Parece ahora demostrado que, por sí sola, ninguna vacuna conocida es efectiva contra el mal, pero si se actúa en conjunto contra esos cinco factores clave, la eficacia aumenta considerablemente. Para demostrarlo, los expertos han utilizado microscopía por vídeo para grabar el comportamiento de los plasmodios justo en el momento de invadir una célula. De ese modo se ha visto cómo, en contacto con el cóctel de los cinco factores estudiados, los microorganismos se muestran claramente más torpes. Es la primera vez que se observa ese comportamiento con tanto nivel de certeza. Un paso de gigante hacia la vacuna definitiva.
✕
Accede a tu cuenta para comentar