Alfonso Cuarón, ingrávido y sobrenatural

Alfonso Cuarón –responsable de «Gravity», con diez candidaturas a los Oscar– y J. J. Abrams, el creador de «Lost»... Forman una alianza que no sólo promete, también entusiasma y mucho. Como mínimo, sobre el papel, a la espera de ver su primera criatura: «Believe», la serie que la cadena NBC estrenará el 16 de marzo y que se podrá ver en Canal + Series pocos días después de la emisión en Estados Unidos. ¿Qué se puede esperar de «Believe»? Una ficción televisiva como mínimo inquietante, pero que está dando mucho juego a los amigos de comparativas facilonas al relacionarla, sin haber visto ni un minuto de su metraje, con «El sexto sentido».

Por el camino de la amargura

Algo de eso hay, puesto que la protagonista es una niña dotada de poderes sobrenaturales que la van a llevar por el camino de la amargura. La telekinesia, la levitación y la predicción del futuro no tienen secretos para ella, lo que se vuelve en su contra, ya que muchos ven en ella una amenaza. Sola, tras ser repudiada por un grupo conocido como «los creyentes auténticos», su fiel guardaespaldas será un preso que sale del corredor de la muerte. A la vista está que la mezcla es explosiva. Cuarón empezó a darle vueltas a este proyecto cuando estaba rodando «Gravity». Le atraía sobremanera plantear una relación entre un adulto y una niña, más aún cuando ambos cargan con mochilas tan pesadas. «Son unos seres a los que las circunstancias los han convertido en unas personas solitarias y desconfiados por naturaleza», ha dicho el director, que, en la ceremonia de entrega de premios de la Asociación de Críticos de Televisión, comentó que «después de haber trabajado en el espacio quería hacer algo donde la gente no estuviese flotando».

El director mexicano, que conoce a Abrams desde hace más de veinte años, se puso inmediatamente en contacto con él para colaborar en el proyecto. El universo que le planteó Cuarón era muy cercano al de Abrams, que siempre ha mostrado predilección por las tramas que sugieren mucho más de lo que muestran y que crean incertidumbre en el espectador.

Sus roles en «Believe» se repartieron equitativamente: ambos serían los productores, los guiones estarían escritos por Cuarón, que también dirigiría el capítulo piloto. El proyecto empezó a tomar forma el 13 de julio del año pasado no sin pocos problemas de ego. Uno de los productores ejecutivos, Mark Friedman, se quedó en el camino siendo sustuido por Dave Erickson, que se estaba ganando cierto nombre en la industria por «Low Winter Sun», también dejó el cargo. El rodaje empezó en diciembre rodeado de secretismo, lo que también ayuda, y mucho, a la promoción; eso sí, conocedores de la industria, sus creadores no dejan píldoras para azuzar el interés de los espectadores. «El primer capítulo es como una novela de Stephen King», ha dicho Abrams.

El tráiler que ha lanzado la ABC, que cuida mucho su fecha de estreno, ya que la reserva para el final de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sotchi –para los que se prevé una audiencia global de casi dos mil millones de espectadores–, anticipa tensión psicológica y buenas secuencias de acción, además de un buen gusto visual que lleva indeleble el sello Cuarón. En el reparto, rostros desconocidos para el espectador como el del protagonista, Johnny Sequoyah, aunque se guarda en la recámara la presencia de Kyle MacLachlan («Twin Peaks»).

En Estados Unidos hay una máxima expectación para uno de los estrenos de la temporada, en el que, para Cuarón, el futuro pasa ahora por la mirada asustada de una niña.

En el lado oscuro modificada

Atmósferas inquietantes en las que la tensión marca el ritmo narrativo con unas puestas en escena hipnóticas. Ése es el universo de J. J. Abrams, el hombre con gafitas que ya es un referente en la televisión por «Perdidos». Abrams siempre se ha sentido interesado por introducir en sus series elementos sobrenaturales –la presencia de espíritus y fuerzas malignas–, así como situaciones apocalípticas. Lo suyo es poner a sus protagonistas al límite en un entorno físico y emocional hostil, algo que se ha podido comprobar en «Perdidos», «Alcatraz» y «Revolution», entre otras.