Premios

El guardián del dinero de los Nobel

Carl-Henrik Heldin, presidente de la Fundación Nobel, desentraña para LA RAZÓN cómo se eligen a los galardonados. Él, experto en cáncer, ejerce de embajador de los premios y vela para que cerca del millón de euros que recibe cada premiado se invierta correctamente.

El presidente de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin, ofreció una conferencia sobre el abordaje del cáncer en la Fundación Ramón Areces
El presidente de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin, ofreció una conferencia sobre el abordaje del cáncer en la Fundación Ramón Areceslarazon

Carl-Henrik Heldin, presidente de la Fundación Nobel, desentraña para LA RAZÓN cómo se eligen a los galardonados. Él, experto en cáncer, ejerce de embajador de los premios y vela para que cerca del millón de euros que recibe cada premiado se invierta correctamente.

¿Ha recibido usted una invitación de nominación a un Premio Nobel? Si es uno de los afortunados es que la Academia sueca que otorga estos premios le considera un investigador de prestigio. Si su respuesta es negativa, puede esperar al próximo año a ver si sus logros científicos le colocan en ese «top» mundial. Y es que son sólo unos miles los que reciben estas invitaciones a través de las que pueden proponer nombres de las figuras más relevantes de la Ciencia y la Literatura mundial.

LA RAZÓN se ha reunido con el presidente de la Fundación Nobel para desentrañar cómo se «fabrica» un premiado y qué características debe cumplir para hacerse, no sólo con el prestigio de ser un Nobel, sino con los nueve millones de coronas suecas (cerca del millón de euros) que comporta el preciado galardón. El científico Carl-Henrik Heldin se convirtió en 2003 en el embajador de la entidad que creó Alfred Nobel –a través de su testamento– en 1901. ¿Su labor principal? «Mi trabajo es controlar en qué se invierte el dinero que se otorga a cada galardonado. Y también proteger la viabilidad de los futuros premios». A ello se suma que «organizamos todos los actos relacionados con los premiados. Buscamos conectar a la sociedad con las diferentes disciplinas», explica horas antes de impartir una conferencia sobre cáncer –su área de conocimiento– en la Fundación Ramón Areces. ¿Y le queda tiempo para dedicarse a la investigación oncológica? «Sí, la Fundación sólo me ocupa el 20 por ciento del tiempo», asegura con determinación, aunque su esposa, que le acompaña en su visita a Madrid le desmiente con una sonrisa: «Te ha dicho un 20, pero es más, porque cuando te gusta un trabajo siempre le dedicas más horas».

Heldin insiste en que gran parte de la elección de los premiados se hace «con mucho secretismo», sin embargo no duda en relatar cómo es el procedimiento antes de llegar al día D, durante la primera semana de octubre.

Tras el envío de las invitaciones de nominaciones a lo largo del otoño, «cada comité recibe todas las propuestas antes del mes de febrero. Es, durante la primavera, cuando analizan cada una y determinan cuáles son las más cualificadas, las que pasan el corte». En ese momento se ponen en contacto con expertos internacionales para que den su opinión y evalúen esa primera criba. «Les ayudan en cada área», puntualiza. Después del verano, cuando ya tienen todos los informes «se vuelven a reunir para acortar, aún más, la lista» y a principios de octubre determinan quienes son los ganadores. «Se anuncian el mismo día que se decide. El premiado recibe la noticia en ese instante». Insiste en que «es importante que las últimas decisiones se tomen muy deprisa para evitar rumores y filtraciones». Un hecho que han podido evitar salvo en contadas ocasiones. «Hace unos siete años –recuerda– ocurrió con el Nobel de Medicina. Uno de los diarios más importantes de Suecia publicó el nombre del premiado horas antes del anuncio, incluso antes de que se tomara la decisión, lo que no ayudó nada. Fue desafortunado y no ha vuelto a ocurrir».

El jurado varía en cada categoría, pero lo suelen conformar entre cinco y siete personas. «Alfred Nobel determinó en su testamento qué institución debía ocuparse de cada premio», explica. Eso sí, en el comité «sólo participan científicos de instituciones suecas. A los expertos internacionales se les consulta, pero no deciden». ¿Se puede dar el caso de un empate entre dos candidaturas? Heldin sonríe con picardía: «Ya le digo que todas esas discusiones se llevan en secreto», insiste tras un último intento de la periodista de conocer los entresijos de las decisiones. Y añade: «Debemos dejar pasar 50 años para que se revele el secreto de las deliberaciones». Por ello, hace unos meses, un profesor del Instituto Karolinska decidió escribir un libro contando las anécdotas de esas reuniones de los años 60. «Explica cómo decidieron darle el Nobel de Medicina a Watson y Crick por su descubrimiento de la estructura del ADN».

Lanzamos una última pregunta: ¿Cómo visualiza el Nobel dentro de 10 años? «Sólo espero que siga siendo una inspiración, que cree nuevas generaciones de científicos».