Perú
Nathaly: ¿Accidente o asesinato?
La Policía peruana sigue sin hallar huellas ni rastros de sangre. Los detenidos han ofrecido cada uno una versión diferente de lo ocurrido. Además, uno de ellos ya conocía previamente a la víctima
La Policía peruana sigue sin hallar huellas ni rastros de sangre. Los detenidos han ofrecido cada uno una versión diferente de lo ocurrido. Además, uno de ellos ya conocía previamente a la víctima.
Las dudas se amontonan en torno al caso de la española Nathaly Salazar. Una vez detenidos los dos responsables de la atracción en la que joven, de 22 años, perdió la vida, las pesquisas de las autoridades peruanas se centran ahora en reconstruir los hechos de aquel 2 de enero en la zona de Maras-Moray, en Cuzco. Por el momento, son dos los detenidos: Jainor Huila Huamán, de 19 años, y Luzgardo Pillcopata Amaru, de 21, dueños de la tirolina en la que se montó la joven. Y, según declararon, por un accidente en el que Nathaly habría muerto tras caer desde una gran altura. Pero Lo cierto es que las pesquisas arrojan aún más incertidumbre. La familia de Nathaly no tiene claro que se trate sólo de un accidente. Como explicaron los familiares a este diario, después de producirse el impacto, los dueños escondieron el cuerpo por espacio de tres horas, trasladaron el cadáver de la turista en el maletero de su coche y, posteriormente, lo arrojaron al acantilado del río Urubamba. «¿Y si Nathaly estaba sólo inconsciente? ¿Podrían haberla ayudado?», se preguntaba ayer su hermana Tamara. Por la cabeza de la familia, totalmente hundida desde que Nathaly dejó de dar señales de vida, se han pasado varias hipótesis. Entre ellas, la de que la joven pudiera haber sido víctima de una red de tráfico de personas.
Primero, resulta sospechoso que, al tratarse de un accidente, los dos detenidos hayan dado versiones diferentes de lo ocurrido, tal y como confirmó a LA RAZÓN Max Iglesias, jefe de la Región Policía de Cuzco: la que mantiene Jainor, por la que la víctima se habría chocado con él durante el descenso del canopy –con este nombre se conoce a este tipo de atracción en la zona–; y la que defiende Luzgardo, que sostiene que el choque se produjo contra un poste. «Por esa contradicción es por lo que no descartamos que podría tratarse de un homicidio calificado», explicó Iglesias. Según el Código Penal peruano, esta modalidad de homicidio es aquella en la que concurre ferocidad, lucro, placer; facilita u oculta otro delito; se realiza con gran crueldad o alevosía; o concurre fuego, explosión, veneno o cualquier otro método que ponga en peligro la vida o salud de otras personas. Es decir, el equivalente al asesinato tipificado en el texto español.
Además, hay algo que les ha llamado la atención: «Según la confesión, ellos hablan de un posible accidente, pero en un primer momento guardaron silencio para, después, revelar el punto exacto en el que se encontraría el cuerpo», explicó Iglesias. Para corroborar la versión, las autoridades fueron hasta la altura de una torre de energía eléctrica en Macchupicchu Cachimayo 116, donde habrían llegado los jóvenes después de llevar el cuerpo en el maletero del coche con el fin de arrojarla al río.
Durante la jornada de ayer se procedió a la reconstrucción de los hechos, en la que participaron tanto las autoridades peruanas como las españolas, el fiscal, el padre de Nathaly –no así su madre, «cuya salud se ha visto afectada por los acontecimientos»–y los presuntos autores de su muerte. «Sabemos que Nathaly y Jainor se conocían previamente. Él era el conductor del vehículo que la trasladó y con quien practicó este deporte».
Hay que tener en cuenta que el lugar donde se produce el accidente no está cerca del río al que posteriormente lanzan su cuerpo, por lo que «resulta evidente que fue trasladado en el vehículo». Sin embargo, en él, por el momento, no se ha hallado ningún rastro biológico de la joven. «Lo estamos estudiando. Es materia criminalística y queremos analizarlo todo minuciosamente». Se trata de uno de los aspectos del caso que la familia no puede comprender: «Si ha ocurrido un accidente así, debería haber sangre, huellas... Si lo que dicen es cierto, debería existir algún resto», afirman. Además, muestran su preocupación por la posibilidad de que «haya más gente que haya ayudado» a los dos detenidos.
En todo caso, antes de subir al canopy, Nathaly coincidió con una familia de turistas que fue clave para las detenciones. Al ver que iban con niños y que llovía con intensidad, les cedió el puesto. «Aquel día, las condiciones climatologías no eran favorables. Por eso, la familia –que posteriormente se puso en contacto con el consulado español al ver fotos en la Prensa– , decidió suspender la actividad. En cambio, es ella la que anima a Jainor a continuar con el descenso, la que decide continuar a pesar del tiempo».
Dos agentes camuflados
Desde hace una semana, los agentes –en colaboración con la Policia Nacional española–han estado reproduciendo cada paso dado por la joven desde que abandonó el pasado 2 de enero el hostal en el que se encontraba. «Los vídeos que hemos ido analizando nos daban pistas de los vehículos a los que subía y por dónde se movía. Gracias a eso localizamos una matrícula que es lo que ha llevado a que Jainor y Luzgardo confiesen». Se refieren a la placa V1H-337 del coche en que supuestamente trasladaron el cuerpo de Nathaly.
En él se encontraba Jainor el día que le detuvieron. No opuso resistencia y, además, al saber «sobre las consecuencias que acarrearía el faltar a la verdad o ocultar información» aceptó su implicación «de forma accidental» junto a Pillcopata en la muerte de Salazar. Por temor a las consecuencias, ambos decidieron no informar a las autoridades y ocultar el cuerpo. Para conseguir esta declaración, dos agentes peruanos se hicieron pasar por turistas, recorriendo el hotel, los bares y los servicios de transporte por los que la joven pasó, visionando grabaciones y utilizando cámaras que les permitiera averiguar qué paso con ella.
Los esfuerzos se centran ahora en localizar el cuerpo: «Va a ser una búsqueda compleja por las circunstancias y por el lugar en el que se han producido los hechos, pero no vamos a parar». Así de contundente se mostró María Marcos, jefa de la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) que, desde la semana pasada, colabora con la Policía de Perú en la búsqueda y el esclarecimiento de lo que le pasó a la joven hispano-ecuatoriana.
«La familia está allí, sumidos en el dolor e intentamos protegerles, acompañarles y preservar su discreción», afirmó Marcos. Hasta el lugar donde permanecen los agentes españoles se han desplazado unidades montaña para prestar su colaboración.
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