Seguridad alimentaria
Actualmente comemos productos menos sanos y mucho más baratos
Los expertos alertan de los malos hábitos alimentarios que se han instalado en España
No sabemos cocinar, ni elegir los alimentos adecuados, ni leer las etiquetas de los productos... En resumen, no sabemos comer. Esta falta de hábitos es de la que alertan los expertos desde hace años, ya que sus consecuencias para la salud son nefastas. Los años 90, cuando el desarrollo económico y social en España se encontraba en su momento álgido, es el punto de partida del inicio del empobrecimiento de nuestra dieta. «Desde el cambio del modelo social, las mujeres comenzaron a trabajar y a ocuparse menos de la casa y de la cocina, abandonamos el modelo mediterráneo», explica Juana María González, directora técnica de Alimmenta.
La rapidez y sencillez a la hora de elaborar comidas se han convertido en una necesidad por el ritmo de vida acelerado que llevamos. A eso se suma que «los alimentos menos sanos son más baratos y que sus sabores son fuertes, ricos y especiados, que gustan a nuestro paladar», añade González.
No sólo vivimos con un mayor índice de estrés, el avance de la globalización también juega un papel muy importante en la variación de nuestros hábitos y costumbres. «Estamos viviendo una situación similar a la que padeció Estados Unidos hace años. Nos han pegado su sarampión. No valoramos el papel de las legumbres y de la verdura, las consideramos de poco nivel y optamos por consumir un buen filete. En definitiva, nos hemos sumergido en la dieta global», asegura Emilio Martínez de Victoria, catedrático de Fisiología y director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Granada. Este modelo gastronómico se aleja radicalmente del que, como afirman desde el departamento de Alimentación del Ministerio de Agricultura, «los españoles hemos heredado y se transmite de generación en generación. Nuestra cultura también gira en torno a la alimentación».
Desde el Ministerio insisten en que nuestra manera de alimentarnos es buena, aunque también entienden que se ha modificado con los años y con los problemas económicos que atravesamos en cada etapa. Ahora, con la crisis financiera, «el factor precio ha crecido en importancia y ha aumentado el consumo de productos más básicos», sugieren. Si se come mal es porque falta educación nutricional. Se pueden conseguir productos sanos y baratos. Por ejemplo, el pescado puede salir a mitad de precio si se opta por pescados blancos como la merluza, el bacalao, la pescadilla o la parca. Asimismo, «debemos hacer un esfuerzo por consumir productos de temporada. Ésta es una clave de la dieta mediterránea. Sería más variada si comiéramos por temporada», inisiste Martínez de Victoria.
Nos hemos alejado de países como Grecia e Italia que, sobre todo en el sur, mantienen las proporciones de fruta, verdura y legumbres recomendadas. Es más, «algunos países están invirtiendo en educación nutricional y han mejorado mucho su calidad de vida. Finlandia es un ejemplo de ello: han reemplazado el consumo de lácteos con grasa por más fruta y verdura y han reducido la mortalidad», explica el experto.
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