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Los desafíos de los presidentes

Salud, envejecimiento de la población, teletrabajo, drones, coches que se conducen solos, medicina a distancia... ¿A qué se enfrentarán los próximos gobiernos?

Ya llegan donde no lo hace el hombre: Sobrevuelan zonas devastadas por catástrofes para encontrar supervivientes y se adentran en zonas expuestas a altos niveles de radiación.
Ya llegan donde no lo hace el hombre: Sobrevuelan zonas devastadas por catástrofes para encontrar supervivientes y se adentran en zonas expuestas a altos niveles de radiación.larazon

Salud, envejecimiento de la población, teletrabajo, drones, coches que se conducen solos, medicina a distancia... ¿A qué se enfrentarán los próximos gobiernos?

«Los países que no tienen tecnología, o tienen petróleo o se están volviendo más pobres. Aquellos que aumentaron su educación, incrementaron sus riquezas. Si te quedas en una economía agrícola (la mitad de los subsidios en la UE van a este sector), eres menos competitivo que los países que invierten en educación o tecnología». Esto me lo dice, en Boston, Juan Enriquez, mexicano y uno de los ministros de Economía más jóvenes de la historia. De su país y del mundo. En Estados Unidos ha creado un fondo de capital de riesgo que invierte en tecnología. «En términos de inversión – me explica Enriquez – somos el 0,2% de la economía de Estados Unidos, pero representamos el 11% en generación de empleos y el 21% en riqueza».

Que la tecnología es vital para el crecimiento de un país, está claro. Basta un ejemplo muy concreto. Según datos de proEspacio, entre 2000 y 2010, la facturación del sector espacial español pasó de 316 millones de euros a más que duplicarse: 716 millones. Algo similar ocurrió con los empleados altamente cualificados a los que dio trabajo: de 1.856 pasaron a ser 3.262. A estos datos hay que agregar que el 90% de lo que se produjo en esa década se exportaba.

El problema de la inversión y el avance tecnológico es que su influencia en la sociedad (y viceversa) es tan determinante que obviarla puede tener graves consecuencias. En los próximos años, los vehículos que se conducen solos serán más y más comunes. Probablemente no se utilicen para el transporte individual inicialmente. Google, por ejemplo, los utiliza para la actualización de Google Maps. Pero serán muy útiles para el transporte de mercancía entre los puertos y los polígonos industriales, casi no tendrán que ingresar en la ciudad y ya hay pruebas piloto en este sentido realizadas con camiones de Volvo. También podrán utilizar vehículos pequeños y con una velocidad reducida para que entreguen el pedido del restaurante o los medicamentos de una farmacia que realiza envíos a domicilio. Trayectos muy cortos y dentro de un área muy delimitada. ¿El problema? ¿Qué organismo habilita estos vehículos? ¿Qué ocurre si provocan un accidente, sea por herir a alguien como por sufrir una avería en plena calle y provocar un atasco monumental? Habrá que realizar un cuerpo de leyes que afecte directamente a este nuevo sistema de transporte.

Otro dilema serán los drones. Es cierto que falta mucho para que se conviertan en los carteros del futuro, pero ya son el juguete del presente y este mismo año uno de ellos ha ingresado en el Congreso y sobrevolado el hemiciclo... con permiso de los presentes, obviamente. Los drones pueden convertirse en una herramienta que salve vidas, como ocurre en Holanda, donde estudian su uso para presentarse rápidamente con un desfibrilador en caso de necesidad. Pero, ¿qué ocurre si su ingreso en el Congreso es sin permiso? Llevar explosivos, invadir la privacidad, provocar accidentes... Las mismas cualidades que lo convierten en un auxilio inestimable, también lo llaman a ser un medio muy útil en quienes persiguen el anonimato. ¿Habrá que tener licencia para «pilotarlos»? ¿Deberían llevar un chip, al igual que las mascotas? Recientemente un vídeo del robot Da Vinci, cuyos brazos son capaces de realizar intervenciones quirúrgicas a distancia, se convertía en viral al mostrar cómo era capaz de realizar una sutura perfecta y nada invasiva, en la piel de una uva... metida dentro de una botella. Ya son muy pocas las profesiones que precisan de la presencia física del empleado. La tecnología 5G, los smartphones, la robótica, redes wifi casi omnipresentes y gratuitas permiten que más de 75% de los trabajos se puedan realizar desde casi cualquier lugar del mundo. Esto se traducirá en grandes cambios que precisarán importantes reformas. Mucha gente ya no necesitará vivir en las grandes ciudades, pues éstas no concentrarán el trabajo. Los pueblos, ahora casi abandonados, verán un resurgir de la población joven que perseguirá precios de vivienda más asequibles y precisarán infraestructuras como escuelas, hospitales y redes de comunicación. Al mismo tiempo, el uso masivo de las tecnologías móviles causará un incremento de la cantidad de datos disponibles en la Nube y será necesario garantizar la seguridad de los servidores que almacenen esta información para evitar que sea apropiada y vendida al mejor postor. La venta de datos, médicos, financieros y el robo de identidad, serán también temas prioritarios para el próximo gabinete. Esta vuelta al campo irá de la mano del uso de fuentes de energía renovables, cada vez más eficientes y económicas y muchos ciudadanos tomarán cartas en el asunto para evitar pagar un “impuesto al Sol”. España es uno de los mayores y mejores productores de placas solares del mundo y será necesario un diálogo entre las empresas privadas del sector eléctrico, el gobierno y los ciudadanos para que la conversión se lleve a cabo de modo razonable. Otro tema que también tendrá consecuencias en la tecnología es el envejecimiento de la población. De acuerdo con el informe “Proyección de la población de España a corto plazo”, elaborado por el INE, en 2020 nuestro país alcanzará poco más de 47 millones de habitantes. En ese momento la población en edad de trabajar habrá crecido un 0,84%. Mientras que los mayores de 65 años aumentarán un 2,5%. Este sector es el de más rápido crecimiento en el país: en 40 años se duplicará y será más del 30% del total. Esto alterará no solo el panorama económico, también la producción de medicamentos, la llegada de los robots para atención de personas de la tercera edad o el auge de prótesis de diferentes materiales.

¿Más dilemas? En algún momento del futuro próximo algún científico realizará la primera clonación de un ser humano. Se comenzarán a utilizar implantes de microchips en el cerebro, para controlar ataques de epilepsia por ejemplo. Habrá más de cien sensores por habitante de España, conectados a la red, enviando datos de modo constante. Nada será como antes y es necesario anticipar estos avances para responder antes que lleguen. Que llegarán...