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¿Somos más felices fuera de las redes sociales?

¿Somos más felices fuera de las redes sociales?
¿Somos más felices fuera de las redes sociales?larazon

Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest, YouTube... abren un abanico inmenso de posibilidades virtuales. El problema es cuando uno se convierte en esclavo.

Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest, YouTube... abren un abanico inmenso de posibilidades virtuales. El problema es cuando uno se convierte en esclavo.

A favor: Los «abstemios»: más satisfechos con su vida

Ése fue el interrogante que intentaron responder en el Instituto de Investigación de la Felicidad en Dinamarca. Para el experimento tomaron una muestra de 1.095 individuos que dividieron en dos grupos. Mientras una mitad tenía que seguir usando Facebook como hasta la fecha, a la otra mitad se les pidió que no la utilizaran durante una semana. Transcurrido ese tiempo, los sujetos que dijeron adiós a esta red social se describieron como más felices: el 88% frente al 81% de los que la usaron. La diferencia es ligeramente superior cuando se les pregunta si aprecian sus vidas, el 84% de los que no usaron Facebook aseguraron hacerlo, frente al 75% del otro grupo. A la pregunta de si están satisfechos con su vida, el 12% de los que no usaron la red social se describieron como insatisfechos, en comparación con el 20% de los que siguieron conectados. El dato que más luz arrojó fue el de los cambios que notaron los sujetos. Los «abstemios» aseveraron tener mayor vida social y una menor dificultad de concentración, mientras que los del otro grupo no reportaron ningún cambio.

Estar excesivamente conectados también puede despertar un comportamiento obsesivo. Según una investigación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburgh la frecuencia de conectarse a las redes sociales conllevaba una mayor dificultad para dormir que los que pasaban más tiempo en la red, debido a que las comprobaban como un comportamiento obsesivo. Como lo es también la necesidad que muchos tienen de proyectar en las redes sociales lo mejor de uno mismo: lo que se ha venido a denominar la falsa felicidad y que despierta la envidia, al pensar que todo el mundo es más feliz que uno. Nada más lejos de la realidad, porque según un estudio de la Universidad de Brunel (Londres) proyectar la felicidad de la pareja en una red social podría indicar una baja autoestima.

En contra: Aumenta la inteligencia emocional

Vivir conectados a las redes sociales abre un abanico de posibilidades. Para el psicólogo y divulgador Luis Muiño pesan más las ventajas que las desventajas del empleo de las redes sociales: «Las redes sociales fomentan la interacción social. En los últimos diez años ha aumentado la capacidad lingüística y creo que en parte es gracias al uso de las redes sociales, dado que las personas más conectadas tienen un mayor nivel de conversación. Es decir, como primera ventaja es que aumenta la inteligencia emocional. La segunda, es que seleccionamos mucho mejor a nuestro grupo de amigos. Hace 20 o 30 años nuestras amistades tenían que ver con dónde y en qué tiempo habíamos nacido, y ahora en cambio se escogen más por las afinidades que tengamos. Eso para mí es muy positivo, dado que permite tener relaciones más profundas, que van más allá de con quién íbamos a la escuela. Y tercero, promueve la diversidad, dado que se fomenta que se junte gente con pasiones digamos diferentes. Décadas atrás, si vivías en un pueblo y te gustaba el teatro clásico, como no hubiera otra persona con esa misma afinidad la acababas abandonando. Ahora, ya no. Te metes un minuto y puedes conocer gente con los mismos gustos, de modo que potencia los rasgos de personalidad».

La clave es el uso que uno da a las redes sociales. «En exceso son negativas, si no son positivas», asevera el psicólogo. Entonces, ¿dónde está el límite? «Cuando la red social absorbe toda tu vida, te obsesiona, te crea sufrimiento y no hay otro área de tu vida que te produzca placer es cuando los psicólogos sabemos que hay un problema. No se puede hablar de un número de horas, el problema psicosocial del exceso no es por la cantidad, sino que sea de forma obsesiva», concluye Muiño.