El buen concepto de Crespo en tarde difícil en Madrid
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Se anunciaban tres y tres de José María Escobar y Mauricio Soler Escobar, aunque el destino quiso que sumáramos dos sobreros más de Benjamín Gómez Martín, lidiados en cuarto y sexto lugares. Y estos, sobre todo el sexto, fueron los únicos que tuvieron embestidas francas. El que cerró plaza fue un toro en (casi) toda regla. Descarado de cara y hecho de atrás, pero claro en la embestida, a media altura pasaba y apretándole por abajo protestaba un poco, pero tenía buenas condiciones el novillo. Y más si tirábamos de esa memoria reciente que tanto miedo nos hizo pasar. Como un primero de J. M. Escobar que hizo cosas de malo malísimo o haber pasado antes por este trago. Ni uno tenía. Un milagro fue que Luis Gerpe (palmas y silencio) saliera airoso y otro más que lo hiciera con dignidad. Con el cuarto, sobrero, anduvo firme y solvente; exigía el toro pero al menos se desplazaba. Todo un logro según iba la tarde. Pero la espada no fue.
Roberto Blanco (silencio en ambos) se puso una y otra vez con el segundo, que arrollaba y se iba al cuerpo. Ponerse sabiendo lo que venía después tenía mucho mérito. Movilidad sin entrega tuvo el quinto y solidez el novillero. No se entregó ni humilló el tercero de Crespo (silencio y vuelta al ruedo); le tocó luego ese sexto, con el que dejó muletazos muy buenos por ambos pitones, con los vuelos, y de buen concepto en una tarde a contraestilo. Hubo fallos, faltó redondear, pero también naturales extraordinarios. No era tarde fácil.
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