Teatro

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Tras las huellas de «Enrique VIII»

Escena de la obra a su paso por The Globe, con Fernando Gil, Jesús Teyssiere, Sara Moraleda (fondo) y Elena González y Alejandra Mayo
Escena de la obra a su paso por The Globe, con Fernando Gil, Jesús Teyssiere, Sara Moraleda (fondo) y Elena González y Alejandra Mayolarazon

En el teatro, como en la vida, hay historias pequeñas que se convierten en historias grandes. Aventuras que apenas soñaban con la noche del estreno y pueden presumir de llevar un año en la carretera. O de haber pasado por el emblemático escenario de The Globe, en Londres, como es el caso del «Enrique VIII» que la compañía española Rakatá y la Fundación Siglo de Oro estrenaron en mayo de 2012. El montaje, el primero del texto de Shakespeare en España, regresa ahora a Madrid con su retrato de los hechos que llevaron a la caída en desgracia de Catalina de Aragón en favor de Ana Bolena y el portazo del monarca inglés a Roma.

Rodrigo Arribas, productor y actor de este montaje –da vida al noble Northfolk–, matiza el éxito de su propuesta: «Cada vez que emprendemos una acción nueva te enfrentas a sobrevivir o morir», dice sobre una compañía que ha logrado sacar adelante el montaje gracias a nuevas fórmulas de capitalización del trabajo, reparto de los ingresos y patrocinios privados, en este caso, el apoyo de la Universidad de la Rioja (UNIR) y de Mercedes Benz. Defiende el actor la vigencia de esta historia, y más desde la filosofía de la compañía: «Forma parte de nuestro proyecto en cuanto a la difusión del teatro del Siglo de Oro, la atemporalidad de los textos: mensajes de negro sobre blanco de hace 500 años se encarnan en comportamientos sociales del siglo XXI». Y explica que en esa forma de entender los clásicos –han hecho antes «El castigo sin venganza» o «Doctor Faustus»– trabajan contra la tan habitual «necesidad de explicar aquello que podría no ser entendido por el espectador de nuestro tiempo; a menudo se sobresubraya el texto. Básicamente estamos creciendo en la confianza de estos autores».

Otro actor, Ernesto Arias, fue el encargado de dirigir este drama. Sumergido por completo en la vida de Enrique VIII hasta el estreno de 2012, Arias trata ahora de «desengancharse». «Pasado el tiempo, me reafirmo en la propuesta de la función: es una obra histórica en la que los hechos no han pasado así, pero podrían haberlo hecho. Tampoco se decanta mucho sobre si Enrique VIII se divorció de Catalina porque quería un heredero, o si era una cosa caprichosa porque quería estar con Ana Bolena», aclara. Y es que no es un tema sencillo: «Inglaterra no lo tiene todavía solucionado, y no lo vamos a solucionar nosotros», asegura el director. Lo que sí tiene claro es que «no nos hemos querido meter en eso demasiado: queríamos tratar de las personas: nos interesaba hablar de la reina Catalina y rendirle un homenaje». Y señala: «Fue una reina casi perfecta».