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Bolsas de legumbres a partir de guisantes

Economía circular, clave para incrementar el peso de los bioplásticos en el mercado

Bolsas de legumbres a partir de guisantes
Bolsas de legumbres a partir de guisanteslarazon

Fabricados a partir de maíz, trigo, soja o de fécula patata están llamados a sustituir al plástico convencional, derivado del petróleo... Esto es lo que se decía hace ya 20 años sobre los bioplásticos. Sin embargo, lo cierto es que la revolución de los biopolímeros no llega en la práctica. En 2008, ya se afirmaba que la capacidad de producción mundial se estimaba que se iba a multiplicar por cuatro de aquí en 2011. Más recientemente, un estudio de Nova-Institute concluía que se iba a pasar de una capacidad productiva en Europa de 426.780 toneladas anuales en 2013 a 1,3 millones en 2020. Y lo cierto, es que en la actualidad, según los datos presentados durante una de las jornada por parte de European Bioplastics, la producción mundial de bioplásticos representa sólo un 1 por ciento de los plásticos que cada día se ponen en el mercado. No obstante, las previsiones de crecimiento siguen siendo muy alentadoras (quizá demasiado) para esta industria, ya que si en 2012 se produjeron en todo el mundo 1,4 millones de toneladas de estos materiales, en 2017 se espera alcanzar los 6,2 millones de toneladas.

Una vía para que el desarrollo de bioplásticos despegue es a través de los residuos de las industrias alimentarias. Con el fin de encontrar fuentes más sostenibles y renovables para la industria del plástico nació el proyecto europeo Leguval, cuyo objetivo es la valorización de subproductos de la industria de procesado de legumbres que actualmente se descartan para poder ser aprovechados en la elaboración de materiales plásticos para la agricultura, el envasado y en aplicaciones de motor.

La compañía española Tecnalia es uno de los cuatro centros de investigación europeos que trabajan en este proyecto junto con tres asociaciones de empresas (Consebro, PSC y Assomcomaplast) y cinco empresas (Iris, Tehnos, RDX, Tuba y Lagrana) relacionadas con la industria alimentaria y de plásticos. En concreto, en desarrollar films y recubrimientos a base de proteínas de legumbres, en particular de subproductos de guisantes. «De las pieles, guisantes rechazados en conserveras... extraemos las proteínas y la fibra y las sometemos a un proceso de transformación para hacer films que permitirán cubir directamente el alimento o ser una capa de un plástico multicapa en un envase de pollo por ejemplo, así como para producir nanorellenos para macetas», explica Mª Carmen Villarán, directora del área de Alimentación Saludable de Tecnalia. Además, con la biomasa restante se aprovecha como fuente de biogás.

Además, con el fin de que cerrar el círculo, por aquello de que en Europa se está primando la investigación en economía circular, «los biopolímeros obtenidos podrían emplearse para elaborar las bolsas de guisantes y otras legumbres, por ejemplo», destaca Villarán.

El proyecto puesto en marcha en diciembre de 2013 está en su última etapa (concluye en noviembre de este año), «y en ella se espera poder saber con exactitud cuanta cantidad de residuos de guisantes se necesitan para producir cada tipo de aplicación», afirma Villarán.

Cada año se generan en Europa unos 5 millones de toneladas de subproductos de legumbres (dato de 2012), y de ellos unos 2,5 millones de toneladas corresponden a subproductos de guisantes en distintos formatos, según los datos facilitados por la directora. Dar una utilidad a estos subproductos que de otro modo sólo serían residuos es clave para reducir el impacto ambiental de los envases y polímeros. Y los films y recubrimientos elaborados con proteínas de legumbre permitirán que estos envases puedan ser depositados en plantas de compostaje o utilizarse para producir biogás.

En cuanto a las calidades, las soluciones de recubrimiento desarrollado por Tecnalia basadas en proteínas muestran óptimas propiedades de barrera frente al oxígeno comparables a las de algunos materiales plásticos sintéticos.

Asimismo, dentro del proyecto se han obtenido proteínas y fibras de varios tipos de legumbres (haba, lenteja, guisante, garbanzo), y en función del rendimiento, de la facilidad del proceso de obtención (y de la fabricación del material plástico), y de las propiedades del producto final, se han seleccionado algunos con los que se sigue avanzando. Por ahora, y a la espera de que concluya el proyecto, son los guisantes los que más futuros como bioplásticos tienen.

El propósito final es que los materiales desarrollados puedan ser competitivos a medio plazo frente a las alternativas derivadas del petróleo debido al aumento de la producción en los países emergentes como India y China.

Polímeros biodegradables de la industria del suero lácteo y del zumo

Sólo en Europa se generan unos 75 millones de toneladas de suero al año. Aproximadamente el 60 por ciento de ese suero es utilizado para generar nuevos productos alimenticios o derivados para la alimentación animal, pero siguen quedando 30 millones de toneladas sobrantes. Y el problema es que los efluentes de las queserías como los sueros contienen una alta concentración alta de lactosa y proteínas, por lo que está desaconsejado el vertido, ya que provocaría un incremento de la Demanda Bioquímica de Oxígeno, que las convierte en contaminantes. Con el fin de encontrar una solución nació el proyecto LIFE+Wheypack. Liderado por Ainia Centro Tecnológico, han conseguido transformar el subproducto de la industria querera en Polihdroxibutirato (PHB), un biopolímero biodegradable con el que se van a fabricar envases para quesos. Se trata de cerrar el círculo. En esta línea de la economía circula, Ainia lidera otro proyecto, PHBottle, que consiste en producir envases biodegradables a partir de azúcares presentes en las aguas residuales de la industria de los zumos. Para ello, «usamos microorganismos» con los que obetemos, «tras aditivar y tratar» PHB para hacer envases e incluso botellas de zumo, también se podrían hacer bolsas, pero no se cerraría el círculo», explica Carlos Enguix, jefe del Departamento de Tecnologías del Envase de Ainia Centro Tecnológico. Por cierto, que a partir del aprovechamiento de los residuos de empresas fabricantes de zumos también hay un proyecto de Optobio, en el que participan Aimplas, Ainia y Aido, para crear un biocomposite sostenible con propiedades mecánicas mejoradas que permitirá hacer monturas biodegradables de gafas.